En la tarde de ayer sábado estuve junto a Alejandro Britos Cabrera saxofonista de la banda Jamaicaderos; Daniel Loisi, periodista, actor y director de teatro y Antonio Célico rector de la Escuela Metropolitana de Arte Drmático (EMAD) e investigador, director y actor teatral en una charla sobre el modelo cultural que necesita la Ciudad.
Alejandro además de ser un músico comprometido con las luchas sociales y de los trabajadores es un músico que desarrolla su arte en las calles. Contó su experiencia enfrentando aprietes y amenazas del gobierno macrista y algunos sectores empresarios que consideran a la música en las calles apenas un “ruido molesto”. Pero también cómo reciben la aprobación y solidaridad de la gente. Alejandro y su banda son parte de la campaña “La música en la calle no es delito” para lograr la regulación de su actividad.
Daniel se refirió a cómo una concepción del espectáculo como negocio fue degradando el nivel de la producción cultural y la necesidad de construir otro modelo. Cómo además esa política repercutió en el cierre de decenas salas de cine y teatros. En particular nos contó sobre el caso del Teatro IFT que por decisión de la actual dirección del mismo entregó parte de las salas para construir un estacionamiento y emprendimientos inmobiliarios con la excusa de que la sala es inviable financieramente. El Movimiento en Defensa del IFT y del teatro independiente del que Daniel es parte, hizo una propuesta alternativa. Con un mínimo aporte estatal se podría poner en pie el teatro, mantener su integridad y que sirva para acercar la cultura a los vecinos.
Por último Antonio se refirió a la situación de la educación y formación artística en la Ciudad. Explicó como esa actividad no escapa al vaciamiento del que es objeto toda la educación pública en la Ciudad. Además se refirió a la necesidad de un modelo de cultura en que los artistas y productores tengan participación y control y que no dependa de una Secretaría de Cultura que es más bien una agencia de propaganda del gobierno.
Creo que el acceso a la cultura debe ser entendido como un derecho social, así como el espacio público, la salud y educación. Entiendo que debemos superar la concepción del gobierno actual que considera el arte como un espectáculo para los turistas y un negocio para pasar a una cultura para todos donde el público sea partícipe y no mero espectador.