De repente una foto “casual”, luego un tweet, una frase condenatoria. A partir de ahí un ejército de trolls bien pagos por el poder político se abalanzan con más tweets, mientras algunos de sus socios de grandes medios hegemónicos replican la supuesta “impactante noticia”…Bodart en Punta del Este. Así comenzó ayer una descarada operación mediática contra nuestro compañero Alejandro Bodart. Mezcla de falacia y veneno de clase, que nada tiene de periodismo serio ni de ingenuidad. En política todo tiene una explicación, los ataques y campañas de mentiras contra dirigentes de izquierda también.
Bodart no está de vacaciones en Punta del Este, sino en una pequeña ciudad de Uruguay, tan o más accesible que la costa argentina. Nada tiene que explicar por eso, menos aún porque no es funcionario político ni diputado. Paga sus gastos con su trabajo, como cualquier trabajador. Dentro de sus pocos días de vacaciones Bodart pasó unas pocas horas por Punta del Este, lugar que no conocía. Nada de malo hay en conocer lugares, por el contrario estamos a favor de que muchos puedan conocer este y otros lugares. Sin embargo el poder político y mediático no pueden admitirlo, les estalló su indignación de clase. Sacaron a la luz su odio clasista y pretenden ensuciar, calumniar. Acostumbrados a que sus políticos se vuelvan millonarios en la función pública como socios y cómplices de grandes corporaciones, quieren demostrar mediante falsedades que un dirigente de izquierda hace lo mismo. Pero la realidad es bien distinta e inocultable. Su lodo es su lodo y solo suyo, su hipocresía también, por eso sus mentiras duran nada y solo nos hacen más fuertes. Ellos, las castas políticas y sus escribas tienen mucho que ocultar y tienen que elegir por donde van esquivando repudios. Mientras Bodart antes y después de sus vacaciones, transita luchas, calles, ciudades y eventos sin ningún problema, como un trabajador más, como el militante que es. Yendo a lugares donde las castas políticas serían repudiadas, con justa causa, al segundo.
En esta nueva farsa que llega al ridículo, el veneno de clase se nota en la selección de noticias que ayer decidieron reproducir; el país vive penurias enormes, crece la pobreza, la desocupación, se inundan ciudades enteras por falta de obras y planificación, Odebrech coimea funcionarios macristas, preparan una nueva entrega de nuestro petróleo y la burocracia sindical entrega los derechos laborales, el principal grupo de medios hizo su propio lock out en su gráfica de Pompeya atacando a sus trabajadores que tomaron sus instalaciones. Pero la noticia del día tenía que ser contra un dirigente de izquierda. Así es el mundo de la ficción intencional mediática,un poco de show orquestado alrededor de una mentira para que por al menos un rato, se hable de otra cosa y no sobre lo que de verdad hay que hablar.
Nada de esto nos sorprende. Así ha sido siempre y así será. El poder político capitalista se defiende entre otras maneras, tratando de instalar mentiras, para que algo quede. Si ahora lo hacen contra Bodart y el MST, en todo caso es una muestra de su preocupación, de su molestia y temores burgueses por lo que viene en el país y por nuestro desarrollo y crecimiento. Son concientes que nuestro partido no tranza con el poder, no se calla e impulsa la movilización contra su ajuste y sus responsables directos y cómplices. Eso es lo que les duele y los atemoriza, por eso necesitan mentir y tratar de debilitarnos. No van a poder. Mientras pierden el tiempo en campañas mediáticas nuestro partido, nuestros militantes, nuestros dirigentes, están a lo largo y ancho del país apoyando las luchas y construyendo una nueva alternativa de izquierda y unitaria.
Eso vamos a seguir haciendo ahora con más fuerza. Que la alta burguesía disfrute de Punta del Este…mientras pueda. Ya llegará el día que a ese como a tantos otros hermosos lugares de la elite, lo transformemos en un lugar de acceso popular para millones de trabajadores y para nuestra juventud, que tienen todo el derecho a disfrutar y conocer todo lo que quieran. No hay campaña difamatoria de las castas políticas que evite que también luchemos por eso.
Sergio García