Decimos con toda claridad no al bombardeo israelí porque ha sido el Estado sionista quien inició esta vez la agresión criminal, que en tan sólo dos días ya causó unos 60 palestinos muertos, entre ellos más de una decena de niños. Y decimos con toda claridad que es un ataque genocida porque forma parte de la política permanente de apartheid que viene llevando adelante Israel contra el sufrido pero heroico pueblo palestino.
Por si no bastara mirar el mapa del retroceso año a año de las zonas palestinas desde que en 1948 el Estado teocrático de Israel se implantó por la fuerza, en base al robo de sus tierras a la población originaria y como “patria” de la religión judía, ahora el detonante fue una nueva ofensiva israelí, justo al inicio del ayuno por el Ramadán musulmán. Israel pretende expulsar a los vecinos del barrio palestino de Sheij Jarrah, apuntando a echarlos de toda Jerusalén Este para reemplazarlos por colonos sionistas.
La resistencia y movilización masiva de los palestinos en la Explanada de las Mezquitas logró frenar los desalojos unos días, hasta que Israel desató una cruel represión: sus fuerzas entraron a balas y gases a la mezquita sagrada de Al Aqsa, donde la gente estaba rezando, y causaron más de 300 heridos. Esto provocó la inmediata reacción de Hamas con algunos misiles y entonces, en represalia, Israel desató su bombardeo contra la Franja de Gaza, en un conflicto que sigue escalando.
El imperialismo, los poderosos del mundo y sus socios y voceros a sueldo respaldan en su gran mayoría a Israel. Hasta el tibio comunicado del gobierno argentino, que critica a la vez “el uso desproporcionado de la fuerza” por parte de Israel y “el lanzamiento de misiles desde la Franja de Gaza”, en una variante sutil de la teoría de los dos demonios, desató la ira del gobierno sionista y su embajador local.
No; allí no hay dos demonios. Mientras la ONU desde hace décadas emite resoluciones en aras de la ficción de “los dos Estados” y dicta sanciones inocuas dejando a Israel violar incluso los tramposos “acuerdos de paz”, y mientras a su vez los monarcas y capitalistas árabes abandonan a los palestinos a su propia suerte, el Estado sionista profundiza su política racista, colonial y de limpieza étnica contra Palestina y a su pueblo.
No hay dos demonios cuando a sangre y fuego Israel despoja cada vez más de territorio a los palestinos, los deja sin agua, luz, caminos ni provisiones, hacinados y sitiados en verdaderos campos de concentración. No hay dos demonios cuando Israel, el gendarme ultramilitarizado de Medio Oriente, persigue y discrimina a los palestinos como seres inferiores, al estilo nazi. Como bien dijo Engels, “un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre”.
Por eso repudiamos el ataque de Israel y convocamos a la más amplia solidaridad con el pueblo palestino ante el bombardeo y la ocupación sionista. No hay solución al conflicto sin poner fin al enclave pro-imperialista que es el Estado de Israel para así recuperar una Palestina única, democrática y laica, en un rumbo internacionalista y socialista. Allí sí podrán volver a convivir en genuina paz, tal como lo hicieron durante siglos hasta 1948, todos los pueblos y religiones de la región.