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alesesionEstando suspendido por la justicia el decreto de Mauricio Macri sobre los medios, el jueves 30 se aprobó en la Legislatura porteña una ley al respecto. Hubo 35 votos a favor (el PRO y aliados, la Coalición Cívica y Julio Raffo, jefe del bloque de Proyecto Sur), 15 votos en contra (Interbloque K y uno de PSur) y 7 abstenciones, entre ellas la de nuestro diputado Alejandro Bodart. Extractamos su discurso en esa sesión. 

Cuando se votó la ley de medios nacional, pese a la gran expectativa de que se abriera un período de democratización expresé mi oposición. Pese al rótulo, lamentablemente no se iba a terminar democratizando el sistema de medios. Pasó mucho tiempo y no se avanzó. Y no tiene que ver con las cautelares. En ningún caso la Justicia trabó la posibilidad de que el 33% de los medios fuera otorgado a las organizaciones sin fines de lucro, pero no se avanzó. Era la cobertura para un doble discurso que no iba a terminar en democratizar, sino en fortalecer el aparato mediático al servicio de un relato que muchas veces no coincide con la realidad.
Este proyecto de ley me recuerda a aquello. Bajo el título de defender la libertad de expresión y de prensa no se buscan realmente esas libertades. Hay un doble discurso, tanto del gobierno nacional como del gobierno local, que no son adalides de la libertad de expresión. En el caso de este gobierno, apoyar su proyecto es un error importante. Se está apoyando otro doble discurso. Muchas veces vemos aquí cómo votan juntos los representantes del gobierno nacional y del gobierno local, pese a la guerra verbal. Detrás de toda esta artillería hay muchas coincidencias.
Aquí se discutió si debía ser DNU o ley. Para mostrar las coincidencias entre ambos gobiernos, tengo aquí una versión taquigráfica de una sesión de 2007, donde se ratifica el DNU 527/05 del entonces presidente Kirchner, que prorrogaba por 10 años la licencia del grupo mediático que ahora es el enemigo público Nº 1 del gobierno. Fíjense qué contradicción: ayer, decreto; hoy, se critica que se haga por decreto. Ayer, amigos; hoy, enemigos. Hay mucho doble discurso, del gobierno nacional y del de Macri. Por eso voy a expresar una tercera posición.

Firmar con un gobierno antidemocrático es lavarle la cara 

Las posiciones del bloque K y del macrismo no son las únicas. Es importante saber quiénes firman los proyectos: firmar uno con un gobierno profundamente antidemocrático es lavarle la cara. Había otra posibilidad: trabajar un proyecto alternativo al de Macri y también al del kirchnerismo; presentar una postura totalmente independiente. En la observación que presenté propongo un compromiso público de todos los que estamos acá, si realmente queremos la libertad de expresión y no hacerle el juego electoral a uno u otro gobierno.
Esta discusión se da a un mes de la represión en el Borda, defendida por este gobierno -que no fue capaz de separar ni pedir una autocrítica a uno solo de sus funcionarios- y que terminó con periodistas heridos y detenidos. Hablan de libertad de prensa después de ese hecho y, encima, salieron a defenderlo mostrando que mañana pueden hacerlo de nuevo. Es un error garrafal bancar este proyecto junto con el gobierno que hizo eso.
Bancan a un gobierno que tiene bajo su jurisdicción medios como el Canal Ciudad Abierta y la Radio de la Ciudad, y no hace nada por democratizarlos para que se escuchen todas las voces, sino todo lo contrario. El periodista Herman Schiller fue despedido por no congeniar con las ideas del oficialismo. Tenían la oportunidad de demostrar la amplitud de palabra que dicen tener, pero lo sacaron del aire pese a que era el programa de más audiencia. Y cualquier diputado puede leer las declaraciones de los trabajadores del Canal de la Ciudad: denuncian que un 80% está en negro y casi no tienen posibilidad de expresión.
Este gobierno intentó prohibir las asambleas de sus trabajadores mediante la Resolución 40; intentó hacer listas negras de alumnos y docentes, y en el último conflicto quiso sancionar a los docentes que hablaban con la prensa. ¿Vamos a firmar con ese gobierno un proyecto de libertad de expresión? Es un error muy grande. Si queremos hablar del contenido de la libertad de prensa y expresión, solo lo podemos hacer con aquellos que no solo lo declaman sino que lo hacen donde gobiernan. Quizás en algún momento uno puede votar algo con algún sector con el que tiene diferencias políticas. Pero cuando hablamos de un tema tan sensible como la libertad de prensa y expresión, no se puede avanzar con el que la niega en donde tiene responsabilidades.

El gobierno nacional utiliza la misma lógica 

Soy muy crítico del gobierno nacional porque utiliza la misma lógica: habla de democratizar, pero lo único que intenta es avanzar en el control para poder dar solamente su discurso. Y fui crítico cuando representantes de ambos gobiernos votaron la “ley mordaza” para que no podamos hacer más manifestaciones al principio de las sesiones. (Aplausos).
Entonces, ¡¿de qué hablan cuando se refieren a la libertad de expresión pero no se bancan ni siquiera que los diputados podamos manifestarnos libremente tres minutos?! ¡Les molestaba que algunos dijéramos que unos y otros pactan! Por eso votaron juntos limitar ese derecho democrático. Y ahora para discutir hay que pedirles permiso a las mayorías. Así entienden la libertad de expresión algunos de los que aquí se rasgan las vestiduras.
Tampoco voy a acompañar el despacho de minoría de los que defienden al gobierno nacional, porque no creo que “no pasa nada”: hace intentos permanentes por limitar las expresiones críticas, incluso de sectores con los que no tengo simpatía.
Creo en la libertad de prensa y de expresión. Pero eso es no obstaculizar a los que son críticos. Apoyar sólo a los que coinciden conmigo es una falsa libertad de expresión. No nos engañemos: no impulsaron el 33% para los medios alternativos porque saben que muchos de ese 33% hoy serían críticos en muchos aspectos de lo que plantea el gobierno nacional y denunciarían su doble discurso.
Además, el AFSCA no es la oda a la democracia. Todos sabemos que hace un uso discrecional de su poder. No es un organismo multipartidario y con el gobierno en minoría, como ocurriría con un gobierno que realmente creyera en la libertad de expresión. Es un organismo creado por el gobierno nacional para tener control, es discrecional en cuanto a quién apoya económicamente y a quién no, e intenta presionar al medio que no le gusta. Hoy es opositor, pero ojo: ayer eran amigos, y algunos de los que hoy son amigos mañana pueden ser opositores.
No se avanza en la libertad de expresión censurando a nadie. Solo vamos a avanzar cuando no exista ni uno ni dos monopolios y todas las expresiones se puedan escuchar. En este país no se escuchan igual todas las expresiones; tampoco en la Ciudad. Con esta ley, como con la otra, no se va a avanzar ni un tranco de pollo. Así como a varios años de sancionarse la ley nacional podemos hacer un balance, en poco tiempo también podremos ver de qué sirvió esta ley para que haya más libertad de expresión y de prensa.

Fortalecer una tercera opción

He propuesto un compromiso: no voy a votar ni a favor ni en contra de esta ley. No quiero aparecer junto a algunos que tampoco creo que defiendan nada. Me voy a abstener políticamente, porque no quiero quedar “pegado” a ninguno. Y llamo a todos los que no son ni de un oficialismo ni del otro a que hagan lo mismo: a que expresemos políticamente un voto para que se fortalezca una tercera opción. No entremos en el juego de unos ni de otros. Que se vea que hay otra posición en esta Legislatura y en esta Ciudad de los que no somos funcionales ni a Macri ni al kirchnerismo.
Asimismo, planteo un compromiso de 6 puntos. Son temas sobre los que nos deberíamos pronunciar para ver si coincidimos en la esencia de la libertad de prensa y expresión.

1. Reafirmar la defensa incondicional de las libertades de expresión, prensa, imprenta, acceso a la información y ejercicio de toda actividad periodística en la Ciudad y el país.

2. Repudiar la represión ilegal y violenta contra trabajadores de prensa ejercida por la Metropolitana el 26 de abril.

3. Reclamar al jefe de gobierno la apertura de los medios públicos de la Ciudad, para que haya participación democrática de todas las voces, de las Comunas, los distintos bloques políticos y las organizaciones sociales.

4. Oponerse a toda forma de amenaza, censura, condicionamiento, control o intervención gubernamental, sea de la Nación o de la Ciudad, contra cualquier medio de comunicación, sea público o privado.

5. Reclamar al gobierno nacional que se avance en el 33% para los medios alternativos.

6. Estoy a favor de la estatización de Papel Prensa porque el papel tiene que ser de todos, no de uno o dos grupos mediáticos. (Aplausos). Y para evitar que pase lo que sucedió con el dinero de las AFJP -que no se destinó al 82% sino a cualquier lado-, el papel debe estar bajo el control de una comisión formada democráticamente por los sindicatos, los partidos políticos y los organismos de derechos humanos, y no en manos de ningún gobierno para que nadie lo utilice para llevar agua a su molino.

Si queremos avanzar en la libertad de prensa y expresión, resolvamos compromisos públicos en ese sentido. Pero no votemos leyes que para lo único que sirven es para lavarle la cara a gente que no se merece ningún voto de confianza, porque actúa mal donde gobierna, sea a nivel nacional o en la Ciudad. (Aplausos).


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