El historiador y politólogo belga Éric Toussaint es una de las figuras más reconocidas del Secretariado Unificado (Cuarta Internacional ), que agrupa a un sector del trotskismo. Desde hace un par de días se queja de la utilización política por parte del gobierno argentino de un pronunciamiento sobre la deuda externa… que firmó porque tanto él como su organización coinciden.
Por Alejandro Bodart y Pablo Vasco
“Veo en 15 medios de comunicación de Argentina que mi firma es instrumentalizada en favor del gobierno: es grave. No imaginaba que esto fuera posible. Es un escándalo. Es totalmente inaceptable”, se quejó Toussaint en sus redes sociales.
Se refería al previsible uso político que funcionarios del gobierno de Alberto Fernández hicieron de un texto sobre las deudas externas de los países latinoamericanos titulado La deuda prioritaria es con la salud de los pueblos, que Toussaint suscribió. Si bien plantea “la suspensión inmediata del pago del capital y de los intereses de todas las deudas soberanas”, el texto propone “legitimar aplazamientos de plazos y quitas imprescindibles en las deudas públicas ante organismos multilaterales y acreedores privados”.
Ahora bien; plazo y quita en las deudas es exactamente la hoja de ruta que vienen proponiendo no solo sectores del establisment como el Papa Francisco y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sino también hasta el mismísimo FMI, que reconoce que hay algunas deudas “insustentables”.
¿De repente se han vuelto buenos? En absoluto. Es que los capitalistas saben bien que los acreedores pueden apretar fuerte pero no asfixiar al deudor hasta matarlo, ya que es obvio que si muere no paga. Y por eso plazo y quita es el combo de Alberto Fernández y su ministro de Economía para negociar con los bonistas, es decir con los fondos buitres, para pagarles en un par de años y con alguna quita bonos que ya están depreciados en el mercado.
Cuando algo tiene cuatro patas…
…una cola, ladra y parece un perro, ¡es un perro! Si el pronunciamento que firmo Toussaint plantea la línea esencial del gobierno argentino, si lo redactó y lo impulsó la diputada y economista oficialista Fernanda Vallejos, presidente de la comisión de finanzas en el Congreso Nacional, si a su vez la iniciativa surge “casualmente” en medio de la negociación del gobierno con los bonistas, y si el 99% de las personas firmantes es del gobierno o afín a él, ¿de qué “instrumentalización” pro-gobierno se asombra y se queja Toussaint?
En un larguísimo escrito posterior en busca de justificar su firma, Toussaint reclama que lo han utilizado porque él y otros firmantes ponían la antedicha suspensión del pago como “una precondición, una cuestión previa a cualquier negociación”. Y luego reconoce que el gobierno de AF no lo ha hecho. El problema es que aunque Toussaint interprete tal hipotética suspensión como “una precondición”, el texto no dice nada de eso. Y lo principal: Toussaint firmó el texto que aquí criticamos después de que el nuevo gobierno ya había concretado al menos dos multimillonarios pagos de deuda externa.
Inclusive, ante la menor duda, Toussaint podía haberle consultado una opinión a alguno de los referentes del trotskismo argentino, que como corriente de conjunto tenemos inserción y peso evidente en este país, acerca de la oportunidad, los riesgos o la conveniencia política de firmar dicho pronunciamiento. Una pena que no lo tuvo en cuenta y prefirió rodearse de dirigentes del tradicional partido burgués argentino que hoy gobierna el país.
Que el gobierno capitalista argentino busque darle un barniz de izquierda a su política capituladora de pagar, no nos asombra en absoluto: es parte de su doble discurso permanente. Lo lamentable es que figuras y organizaciones que se reivindican trotskistas, como Toussaint y la Cuarta (SU), y que además tienen décadas de experiencia en cuanto a qué firmar o no, terminen cayendo en errores que confunden y son funcionales a esas políticas burguesas.
Un rumbo equivocado
El error de Toussaint, que en vez de reconocer trata de justificar con un texto cuatro veces más largo que el que firmó, no es individual sino orgánico porque proviene del andamiaje político global del Secretariado Unificado de la IV, la corriente en la que él milita. Hace ya varios años que sus documentos políticos caracterizan que hay un “cambio de época” en un sentido esencialmente regresivo, de fortalecimiento del capitalismo y alejamiento de la revolución socialista.
Esta visión unilateral y equivocada que ya hemos criticado anteriormente los ha hecho abandonar la construcción de partidos revolucionarios y asumir como estrategia la formación de partidos amplios con reformistas. Además de profundizar una deriva campista que los termina acercando a espacios políticos burgueses supuestamente distintos al “capitalismo neoliberal”. Por ejemplo, el propio Toussaint en su último texto define al presidente Alberto Fernández como “antineoliberal”. Es el viejo argumento que alimenta la fábula del “mal menor”, típico del reformismo.
Lo mismo expresa la reciente declaración internacional del Buró del SU de IV sobre la pandemia, cuya propuesta sobre las deudas externas se limita a plantear “suspensión del pago, con auditoría con participación ciudadana, en la perspectiva del repudio/abolición de la parte ilegítima”. Aunque alguno de estos puntos se puede levantar eventualmente como consigna táctica para facilitar puntualmente alguna movilización en unidad de acción contra los gobiernos capitalistas, el eje de la propuesta y la estrategia de las corrientes socialistas revolucionarias debe ser el no pago de las deudas externas.
Esta nueva declaración internacional, de fuerte tinte humanista y no clasista, más allá de alguna frase suelta sobre “atacar toda la estructura capitalista”, vuelve a enfatizar un encuadre general contra el neoliberalismo, sin alertar contra los gobiernos supuestamente no neoliberales que aplican planes de ajuste, privatizaciones y extractivismo iguales o casi iguales a los del neoliberalismo. Por eso proponen reemplazar su consigna-eje centrista Otro mundo es posible… por otra igualmente centrista: Otro mundo es necesario y urgente. Discrepamos. El único “otro mundo” posible, necesario y urgente frente al capitalismo, sea éste neoliberal o no, tiene nombre propio y así hay que decirlo en voz alta: ¡socialismo!