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¡Justicia por George Floyd! ¡Desmantelar la policía racista!

George Floyd fue asesinado por la policía. Ahorcado por la rodilla de un agente, repetía “no puedo respirar”. Las palabras “No puedo respirar” recuerdan el asesinato de Eric Garner en Staten Island, Nueva York, en 2014. Estas palabras no son lo único que tenían en común. Ambas muertes, como miles más, son el producto del racismo profundamente arraigado y la brutalidad de la policía. Y detrás de esto está la estructura de la desigualdad y el poder capitalista. El racismo estructural del Estado capitalista y sus fuerzas policiales es responsable de la muerte de George Floyd.

A partir de la difusión de un video que demostraba la brutalidad policial, se ha desarrollado un movimiento de protesta extendido a todo el territorio estadounidense. En su cuarta jornada, se registraron acciones en al menos 30 ciudades, incluyendo Washington DC, donde una importante movilización obligó el confinamiento y la clausura de la Casa Blanca. En Minneapolis se desarrolla una verdadera rebelión y el Estado ha desplegado la Guardia Nacional y dictado un toque de queda durante el fin de semana.

La irrupción en escena de la lucha negra y el desarrollo de un movimiento de protesta de escala nacional contra la violencia y el racismo de la policía es un acontecimiento fundamental para el desenvolvimiento de la lucha de clases. Su importancia trasciende las fronteras de Estados Unidos. Es una de las grandes rebeliones que se han desarrollado en marco internacional abierto por la pandemia. Es un anticipo de las luchas que se desarrollaran a nivel mundial como respuesta a la miseria creciente. Forma parte de las luchas que venia desarrollando la clase trabajadora, como la oleada de huelgas durante la pandemia. Tiene el potencial de abrir una nueva situación en la lucha de clases en EEUU, fortaleciendo al conjunto de la clase trabajadora.

La respuesta del Estado ha sido la represión. Todo el establishment político, desde Trump hasta el alcalde demócrata de Minneapolis, Jacob Frey, han salido a confrontar y criticar las protestas. El primero tuiteó que el ejército estaba a disposición para recuperar el control, y que “cuando comienzan los saqueos, comienzan los disparos”. Frey, por su parte, sostuvo en una conferencia de prensa el sábado a la mañana que quienes protestan no son residentes de Minneapolis, sino personas externas que buscan causar violencia. Es el discurso que acompaña la escalada represiva. Mas de 1700 efectivos de la Guardia Nacional han sido desplegados en la región de la ciudad, en la mayor operación en la historia del estado de Minnesota.

La profundidad de las desigualdades estructurales del capitalismo estadounidense, y su particular impacto en las comunidades afroamericanas y latinas, quedó nuevamente expuesta ante los ojos de millones por la pandemia. Estas comunidades son las más golpeadas por casos y muertes de Covid-19, son las que trabajan en empleos esenciales y se exponen por salarios de miseria, sufren el racismo y la discriminación hasta en el acceso a la salud, sufren las consecuencias de la desinversión del Estado, y registran las tasas más altas de desempleo. La violencia policial, la pobreza, los bajos salarios, la falta de acceso a la atención médica, los empleos de alto riesgo forman parte de este racismo sistémico del capitalismo estadounidense.

El área metropolitana de Minneapolis y St. Paul es una de las mas desiguales y racialmente segregadas del país. Antes del estallido de la crisis económica actual, el desempleo afectaba al 10% y la pobreza al 32% de la población negra de las “ciudades gemelas”, muy por encima del promedio nacional. La segregación en el espacio urbano y en la educación también es muy significativa, el Estado que fue el primero en permitir las escuelas privadas con financiamiento público.

Este panorama solo puede sostenerse mediante el ejercicio de una violencia sistemática del Estado hacia la clase trabajadora, los pobres y las comunidades afroamericanas y latinas. La policía está entrenada para ser brutal y para realizar perfiles de clase y raciales. Estos no son incidentes aislados. Más de 1000 personas al año son asesinadas por las fuerzas policiales en los Estados Unidos. En 2019 hubo 1099 asesinatos policiales. En el 99% de los casos los agentes de policía que cometieron estos asesinatos no fueron acusados de un delito. Esta impunidad garantiza la perpetuación de la brutalidad. Esta violencia estructural también está relacionada con el racismo sistémico. Los afroamericanos y latinos son objeto de persecución y hostigamiento y tienen mayor probabilidad de ser víctimas de la violencia y los asesinatos policiales.

Las protestas ya lograron un primer triunfo parcial con la detención y procesamiento de Dereck Chauvin por asesinato. Pero esto no alcanza. Los cuatro oficiales que tienen la responsabilidad directa del asesinato de Floyd, como lo demuestran las grabaciones de video de varias cámaras, deben ser acusados y condenados. Además, la institución que produce a estos asesinos no debe quedar impune. Para tener justicia para Floyd, y para todos los afroamericanos asesinados y acosados, debemos desmantelar a la policía racista. Esta institución existe para proteger los intereses del capital y sostener por la fuerza las desigualdades que produce el capitalismo. La lucha por la justicia y contra la brutalidad policial es parte de la lucha contra el sistema capitalista y racista. El sistema capitalista produce y reproduce racismo y opresión racial para sostener la explotación. Es por eso que la lucha contra la opresión debe combinarse con la lucha de la clase trabajadora y los pueblos del mundo contra el imperialismo y el sistema capitalista, con la lucha por el socialismo. Con esta perspectiva, desde la Liga Internacional Socialista nos solidarizamos con la rebelión de Minneapolis y de todo Estados Unidos y hacemos un llamamiento a la clase trabajadora, la juventud, las organizaciones de derechos humanos, las mujeres que vienen luchando contra la opresión, a acompañar en todo el mundo esta lucha por justicia.


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