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El gobierno recibió a la Mesa de Enlace, y Alberto Fernández, que se desdijo de lo que había dicho días atrás, se comprometió con el campo a no aumentar las retenciones ni intervenir los cupos de exportación. Quedaron en “seguir dialogando” y trabajar en conjunto para “controlar el aumento de precios” en las góndolas. Según las entidades del campo, ese sector productivo tiene una participación mínima en la composición del precio al público y que están dispuestos a “producir más y mejor”: unos chantas.

La verdad, ya no sorprende. Desde Vicentín a la fecha Fernández ya nos tiene acostumbrados a este tipo de retrocesos: decir una cosa y al final hacer otra. Al gobierno en realidad no le preocupa la mesa de cada trabajador, la mesa familiar, sino que defiende otros intereses. Como su orientación es pagar la deuda externa y cerrar así un acuerdo con el FMI, pacta con estos extorsionadores y especuladores para poder contar con los dólares que ingresan de las exportaciones. Por eso se sienta a negociar.

Estos sectores privilegiados a quienes el gobierno recibió hoy se vienen enriqueciendo desde hace rato a costa del hambre de las mayorías. Cuando Macri llegó, les eliminó las retenciones al maíz, el trigo, la carne y le bajó los derechos de exportación a la soja. Las agroexportadoras y los ricos del campo ganaron 14 mil millones de dólares. Aun así, y desmitificando aquello de que quien más gana más invierte, redujeron 800 puestos de trabajo.

Fernández podría haber aumentado las retenciones para tener más recursos para paliar los efectos negativos de la pandemia, pero no lo hizo. Podría haber conseguido fondos para darle continuidad al IFE, aumentar las jubilaciones o mejorar los salarios del personal de salud, pero elige no tocar esos intereses. Herramientas tiene, pero no las usa.

Desde el MST en el Frente de Izquierda Unidad creemos que hacen falta medidas de emergencia, empezando por abastecer al mercado interno a precios accesibles y desarrollar un control estatal de las exportaciones con cupos para la carne y el maíz. A la par se deben aumentar las retenciones a las cerealeras y crearlas para la carne. Generar una política de precios máximos para poner fin al monopolio supermercadista y aplicar la ley de abastecimiento.

Hay que disponer también un control estatal y social sobre la producción y venta de los productos del campo, como primer paso hacia una reforma agraria que reemplace la concentración capitalista por una agricultura con agricultores. Y acompañar esto con medidas de fondo como nacionalizar el comercio exterior y la banca para definir que exportamos y que no, a qué precio lo hacemos y de esa manera evitar maniobras y la fuga de divisas. Todo como parte de un plan económico alternativo en favor de las mayorías que empiece por el no pago de la deuda externa usuraria y fraudulenta.

Como socialistas, creemos que estas propuestas son el camino para salir de esta tremenda crisis.


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