Apertura
Compañeros, nosotros desde el CEI de la LIS, para aportar a una serie de congresos que teníamos en estas fechas (hace poco estuvo el congreso de los compañeros de Pakistán, vamos ahora hacia un congreso en Kenia, estaba éste del MST argentino) adelantamos un documento que salió en el boletín Nº 17[1], con un punteo para facilitar el debate y motorizar que el tema internacional también esté presente en nuestros congresos. Más en una situación donde lo nacional, particularmente acá en Argentina, nos ha atrapado desde hace varios meses.
Nosotros le pusimos un título a ese material, que es Socialismo o barbarie. No intenta ser más de lo mismo, porque muchas veces usamos esta consigna, sino que para nosotros tiene una importancia grande ahora, porque es un pronóstico que cada vez se hace más actual y nos parece importante arrancar por ahí. Porque estamos en un momento donde la crisis del capitalismo está en un grado tal que ya hay elementos de barbarie y que todo indica que, si no le ponemos un freno, va a seguir avanzando. Tiene el sentido de focalizar bien que estamos ante un momento importante, donde esta disyuntiva se hace cada vez más presente, más actual, y es importante trasladar a la vanguardia este debate sobre la etapa actual en la que estamos y el momento que estamos viviendo.
La crisis económica, que pegó un salto extraordinario en el 2008, que es la mayor como mínimo de los últimos 70 años, no se ha frenado. Por el contrario, se ha seguido profundizando. Incluso, si hacemos un análisis económico de coyuntura, creo que la perspectiva de este año, del año que viene, es que la crisis no va a tener una perspectiva positiva. Todos los economistas, todos los organismos internacionales, plantean que va a seguir profundizándose y por lo tanto las perspectivas son muy malas para la economía mundial. Y todos sabemos lo que eso plantea para los sectores populares: una situación de agravamiento de las penurias.
Porque la burguesía, frente a esta crisis, está desatando una ofensiva brutal para intentar salir de la crisis a costa de ajustes brutales, e incluso de poner en cuestión los propios regímenes políticos que necesita para aplicar este tipo de ajustes. En muchos lados no les da para imponer dictaduras, pero tampoco ya la democracia burguesa, tal cual como la conocemos en algunos países, les sirve para avanzar con el ajuste. Entonces estamos viendo cambios. Estamos viendo la apuesta de sectores burgueses a variantes más de ultraderecha. Si bien no podemos hablar de fascismo, hay elementos claros de esto y está ligado a la crisis.
La situación de hambre y miseria está provocando fenómenos como las migraciones masivas, que en el caso de Europa, tienen un peso tremendo. La desesperación por llegar desde los países semicoloniales hacia las metrópolis provoca muertes y, el que logra llegar, vive en una situación de permanente miseria porque no encuentra el futuro que buscaba. Esto se repite también en Latinoamérica con relación a Estados Unidos.
Estamos viendo un ataque brutal a la naturaleza. Tenemos que discutir que estamos en una etapa crítica con relación al modelo productivo y a la posibilidad de entrar en un camino casi de no retorno en relación a las posibilidades de supervivencia, fruto de la brutalidad del capitalismo. Están creciendo el racismo y las disputas religiosas. Donde se avanza en conquistar derechos democráticos de la mujer, también hay una reacción frente a eso. En muchos lugares hay epidemias causadas precisamente por violentar los límites de la naturaleza y un modelo productivo que produce cada vez más catástrofes.
Por lo tanto, es muy importante que definamos con claridad algo que para muchos de los que estamos acá es obvio, pero que también es una disputa política, porque se trata de convencer a la vanguardia y a sectores importantes del movimiento de masas de que el capitalismo no tiene ninguna reforma y de que no hay ninguna posibilidad de salida frente a la crisis si no es destruyendo el capitalismo. Y esto que, vuelvo a insistir, para nosotros puede ser un tema obvio, no es tan obvio para la vanguardia y para sectores del movimiento de masas. Por lo tanto, hay una batalla política para lograr convencer de que no hay ninguna perspectiva para la humanidad sin destruir el capitalismo, que no tiene reforma, que no hay ningún tipo de capitalismo bueno ni humano. Y de que, por lo tanto, de esto se desprende que la gran tarea para la humanidad -y que nosotros tenemos que colaborar en que se haga- es la revolución socialista. La crisis ha llegado a tal grado que el capitalismo ni permite reformas mínimas. Casi que hay que hacer una revolución para conquistar mínimas reformas que en otras épocas los reformistas lograban y por esa vía se mantenían.
Esto es precisamente lo que está llevando a la crisis a los proyectos reformistas en todo el mundo: despiertan expectativas, pero como no pueden darle nada al movimiento de masas desde el gobierno por la etapa actual en la que se encuentra la crisis del capitalismo, rápidamente entran en crisis. Esto es lo que muchas veces le abre la puerta a la derecha: la decepción con esos proyectos. Lo hemos visto en Europa con los Syriza, con los Podemos, en América Latina con todo lo que fue el chavismo, con lo que fue Lula en su momento, el propio kirchnerismo en Argentina: no pueden ofrecerle absolutamente nada al movimiento de masas porque, en el marco de la situación actual de crisis del capitalismo, no hay ningún lugar para reformas. Los reformistas caen presos de esto.
Por eso es muy importante este debate, para llevarlo a la vanguardia. Tenemos que dar una pelea política para explicarle a la vanguardia que si no destruimos el capitalismo lo que está planteado es la barbarie, y ya hay elementos de barbarie; que la batalla es precisamente para evitar la barbarie, para evitar el surgimiento de expresiones de ultraderecha, y que esto requiere romper definitivamente con toda perspectiva reformista y avanzar hacia una perspectiva revolucionaria.
Otro elemento importante de la etapa actual, sin el cual no se puede entender prácticamente nada de lo que pasa, es que la crisis del capitalismo también ha traído una disputa interburguesa entre viejos imperialismos que están en crisis y nuevos imperialismos que están surgiendo. Esto también es un elemento importante. Prácticamente nada se entiende de lo que pasa, ni de los conflictos que se empiezan a dar a nivel internacional, sin entender que estamos en una etapa de una especie de nueva Guerra Fría, esta vez entre potencias imperialistas, que se recalienta cada vez más y que incluso puede llevar, en un período de tiempo, a una nueva confrontación internacional. Porque más allá de que no podemos hacer un pronóstico cerrado sobre esto, hay que saber que, hasta ahora, las disputas entre potencias por la hegemonía siempre han terminado en una disputa militar. Ahora estamos en un momento donde el poderío atómico que existe puede llegar a plantear incluso la posibilidad de que una nueva confrontación mundial termine con la propia vida en el planeta. Por eso la importancia de señalar que los revolucionarios somos los únicos que podemos frenar esa perspectiva, porque sólo la revolución socialista puede actuar para impedir que esto llegue a ese terreno. Ojo, hay que saber que, por ejemplo, la guerra de Rusia y Ucrania plantea permanentemente la posibilidad de que, sobre todo Rusia, que es una potencia nuclear, si se ve amenazada, pueda actuar en este terreno. De hecho, este tema es un debate permanente en Europa.
Ahora, para entender y para ubicarnos políticamente, es importante definir el tema de la decadencia de Estados Unidos. Porque Estados Unidos sigue siendo la potencia hegemónica hasta el día de hoy, pero está en un período de decadencia muy importante y tiene que ver con distintos factores que han llevado a esta situación. Un elemento es que, aunque “vendió”, a través de una propaganda muy fuerte que golpeó sobre la conciencia del movimiento de masas, que, caída la Unión Soviética y todo lo que sucedió después, iba a lograr semicolonizar a esos países, fracasó en esa tarea. No sólo no logró semicolonizar a China, a Rusia, sino que pasó todo lo contrario. La restauración capitalista no terminó en una semicolonización: terminó en la conformación de nuevas potencias capitalistas que le empezaron a disputar el rol hegemónico, sobre todo China. Pero no es sólo China: también es Rusia, que hay que discutir si tiene carácter de potencia más regional, más internacional, pero potencia al fin en toda su región, donde actúa como una potencia imperialista.
Otro elemento muy importante es que Estados Unidos perdió a la burocracia soviética como un socio fundamental para actuar en la lucha de clases. Si bien la restauración fue un triunfo del capitalismo por sobre el “socialismo real” llevado a cabo precisamente por toda la política del estalinismo, al mismo tiempo perdió a la burocracia, que jugaba un rol fundamental para responder a la situación mundial y eso lo debilitó al imperialismo y a Estados Unidos. Yo siempre hago una comparación, que es importante hacerla. Imagínense que acá la burguesía perdiera a la burocracia sindical como actor fundamental para actuar en la lucha de clases. Porque no se entienden los avances de la burguesía sólo por lo que la burguesía quiere hacer: en muchos casos se entienden por lo que la política de la burocracia le permite hacer. En Argentina estamos en un momento donde, si hubiera un paro general y un plan de lucha, difícilmente el plan de Milei podría subsistir. Pero avanza por la complicidad de la burocracia. Bueno; a nivel mundial, la burocracia soviética jugaba un rol también en ese sentido.
Hay un debate muy importante en la izquierda, primero porque hay muchos compañeros que opinan que todavía no se puede definir a China como imperialista. Es un debate que lleva a conclusiones políticas, porque si no es imperialista y hay en algún momento una confrontación entre la OTAN y China, si uno es imperialista y el otro no, objetivamente plantea que hay que ubicarse del lado de China. Si son dos sectores imperialistas, que es lo que opinamos nosotros, ninguno es progresivo y por lo tanto no tenemos que apoyar a ninguno. Esto se traslada a la conflictividad que hay permanentemente. Por ejemplo, los compañeros del PTS (Fracción Trotskista) de la Argentina opinan que es un proceso que no se ha consumado, lo que tiene mucho que ver con la posición que tienen sobre Ucrania y otros lugares.
Lo mismo sobre la guerra de Rusia y Ucrania. No es lo mismo si son dos países semicoloniales o no imperialistas. Lo que está en debate en Ucrania es si hay un país imperialista que agrede a otro. El Partido Obrero tiene un despelote tremendo en la cabeza. Es muy confuso; plantea que todavía no se ha completado la restauración en Rusia, pero al mismo tiempo que juega un rol imperialista. Pero es un debate a nivel internacional y nosotros tenemos que estar muy firmes en esto. Nosotros desde la LIS hemos aportado un material importante, que fue la revista que publicamos sobre todo esto.
Es un debate que excede al campismo. El campismo existe. Sectores incluso de la propia burguesía alientan el campismo, el nacionalismo, sectores que provienen del estalinismo. Pero hay un debate que excede a eso y que llega hasta las fuerzas del trotskismo, que todavía no nos podemos poner de acuerdo sobre esto y eso dificulta muchas veces la unidad de acción frente a procesos que se dan y nos encuentran en debates e incluso en campos distintos. Nosotros somos categóricos: creemos que ninguno de los sectores, ni las viejas potencias -obviamente Estados Unidos-, ni las nuevas, juegan ningún rol progresivo y, por lo tanto, tenemos una política independiente de todas ellas.
Y esto es importante para actuar, no sólo frente a conflictos como el de Ucrania. Es importante para actuar, por ejemplo, en Nicaragua. ¿Qué política tenemos para Nicaragua, que la tenemos acá cerca? Tenemos una política independiente. Los socialistas revolucionarios desarrollamos una política contra el imperialismo yanqui, pero también contra el gobierno de Nicaragua. No le cedemos al gobierno de Nicaragua, como hace un sector, sobre todo del campismo. Nosotros hemos tenido una política que nos ha permitido fortalecernos en toda Centroamérica, precisamente por tener una política independiente del gobierno de Nicaragua. Armamos una brigada. Todo esto nos permitió fortalecernos, construir nuestra sección nicaragüense, empezar a tener relaciones y a construirnos en Centroamérica por tener claridad sobre esto.
Hay sectores de la izquierda que no tienen claridad; no tienen claridad sobre Cuba, que está en un proceso de restauración; tienen una política completamente ambigua, de muchas veces no apoyar las movilizaciones que se dan. Nosotros, en primer lugar, nos diferenciamos del imperialismo, que intenta permanentemente meterse y aprovechar cada crisis. Pero también tenemos que tener una política independiente de los gobiernos que son parte de este bloque ordenado alrededor de China y de Rusia.
En el movimiento de masas, el odio a Estados Unidos, un odio justo, muchas veces hace que sean complejos estos debates, porque “el enemigo de mi enemigo” muchas veces atrae simpatía hacia lo que hacen las potencias que se le oponen. Pero es un debate político que tenemos que hacer para explicar. También actúa muchas veces el hecho de entender a Rusia como si fuera una continuidad de lo que fue la Unión Soviética, y no tiene nada que ver lo que pasa en Rusia con lo que pasaba en la Unión Soviética.
En Ucrania todo esto entró en contradicción. A nuestro juicio, un sector importante de la izquierda cayó en una posición unilateral de ver sólo una cara del proceso que se dio en Ucrania, cuando en realidad se combinaron dos procesos. Porque el conflicto se inicia con la invasión de Rusia, una potencia opresora, una cárcel de pueblos, históricamente opresora de los distintos pueblos de la región, contra un país semicolonial. Ese hecho planteó, en primer lugar, la defensa del derecho a la autodeterminación de Ucrania. Pero también se combina con el hecho de que la OTAN aprovechó el conflicto para rearmarse y fortalecerse. Incluso le vino como anillo al dedo la invasión de Rusia para lograrlo, hasta para incorporar a nuevos países a la OTAN. Y esto confundió, porque hubo compañeros que tuvieron una política de sólo ver esta cara y, por lo tanto, no levantar el derecho a la autodeterminación de Ucrania, sino subsumirlo en la disputa contra la OTAN y por esa vía también salvar a Rusia del rol opresor y de potencia imperial en la región.
Ojo, hubo también corrientes como la UIT (Izquierda Socialista de Argentina) o la LIT (PSTU de Brasil) que desconocieron el hecho de que la OTAN aprovecha el conflicto y, por lo tanto, solo vieron una cara del problema: el de la autodeterminación. Cuando una política tenía que incorporar los dos elementos para poder tener una posición concreta y para poder ayudar a construirse en la región.
Porque el gran problema nuestro, si es cierto que la alternativa es el socialismo para evitar la barbarie, para lograr avanzar en la revolución socialista hace falta construir partido y necesitamos construirnos en cada uno de los lugares donde intervenimos y tener políticas para construirnos. Muchos compañeros tienen una orientación completamente abstracta, de actuar a la distancia sin intentar intervenir y disputar la dirección del movimiento de masas.
En Ucrania hay una disputa por el movimiento de masas y el que le claudica a Rusia nunca va a lograr construirse y ganar a lo mejor de la vanguardia y le va a ceder a los nacionalistas. Porque la mejor ayuda a los nacionalistas es no levantar el derecho a la autodeterminación en esos países. Porque le dejás el movimiento de masas a los Zelensky y a la OTAN, que se presentan como los abanderados de la defensa de los derechos, cuando todos sabemos que lo único que quieren es someter a Ucrania y profundizar su colonización. Pero para disputar, para tener la autoridad para poder disputar y enfrentar el plan de colonización del imperialismo occidental, es muy importante ser vanguardia en el derecho a la autodeterminación del pueblo ucraniano.
Y lo mismo pasa en Rusia. Es imposible construirse en Rusia cediéndole a Putin, que ha desarrollado un régimen completamente autoritario y dictatorial para bancar su ofensiva y su transformación en una potencia en toda la región, y que tiene a lo mejor de la vanguardia encarcelada, exiliada en el extranjero o en la clandestinidad porque no puede actuar.
Para nosotros la disputa por la dirección no es un problema abstracto, intelectual, académico; tiene que ver con las disputas concretas que existen en los lugares concretos. Nunca los socialistas revolucionarios vamos a ganar al proletariado del Este europeo sin tener una política clara de delimitación completa de la potencia opresora del lugar y, al mismo tiempo, explicándole al movimiento de masas que la salida no es Occidente, no es la OTAN, no es Estados Unidos.
Esta combinación tiene que ver también con la política hacia Cuba. Nunca nos vamos a construir sin apoyar a la vanguardia que pelea y que defiende la Revolución, pero que es crítica de la burocracia, si tenemos prejuicios de que si apoyamos eso le hacemos el juego al imperialismo yanqui, como hacen muchas corrientes incluso del trotskismo, que no apoyan los procesos concretos de lucha y no disputan la dirección. Es un debate muy importante. Todas las caracterizaciones están ligadas a políticas y nosotros tenemos que armarnos bien porque son debates concretos con la vanguardia.
Nosotros no somos nacionalistas. Tenemos que tener en claro que nuestra salida no es la división en infinidad de países y nacionalidades. Nosotros peleamos por la unidad de la clase obrera. Peleamos por la Federación Libre de Repúblicas Socialistas en todo el Este, en el Medio Oriente, en África, en Europa, en Latinoamérica. Pero identificamos bien que hay distintos tipos de nacionalismo. No es lo mismo el nacionalismo de países que oprimen a otros pueblos que el nacionalismo de países oprimidos. Y por eso necesitamos levantar políticas de defensa del derecho a la autodeterminación. Y esta es una política crucial, porque en la etapa a la que vamos, veremos muchos procesos de avasallamiento de la soberanía de los pueblos. Y nosotros, que no somos nacionalistas, vamos a tener que defender ese derecho.
Miren, no había Revolución Rusa si Lenin no defendía el derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas por el imperio zarista, incluso defendiendo el derecho a la separación, que no era la política bolchevique, porque la política bolchevique era la Federación. Pero la política no puede ser que se imponga por la vía de las armas, que es el mejor argumento para que el movimiento de masas se vaya con los nacionalistas de derecha. Hubo revolución gracias a ese acierto, y fue un debate muy importante entre los bolcheviques, porque Stalin y otros sectores estaban en contra. Incluso Rosa Luxemburgo estaba en contra, porque tenía sólo una política abstracta de que había que ser internacionalistas. Pero para hacer la revolución internacional hay que ganar al movimiento de masas y para ganar al movimiento de masas, como también plantea el Programa de Transición, tenemos que levantar los reclamos del movimiento de masas para ganarlo para el internacionalismo, y no regalarle el movimiento de masas a las direcciones nacionalistas.
Va a haber nuevos problemas. ¿Qué vamos a hacer con Taiwan, por ejemplo, si China invade? Por supuesto, hay argumentos de todo tipo. Sí, cuando se hizo la revolución toda la derecha se fue para allá. Hubo una política del propio gobierno de Mao de trasladar a Taiwan a toda la población que en aquel momento estaba con la burguesía china. Pero pasaron muchos años ya desde eso. ¿Tiene derecho a autodeterminarse o no? Son debates que tenemos que hacer, que van a plantearse en cualquier momento. Son debates que tenemos que abrir entre nosotros para pensar qué política tenemos frente a esto.
Hay otro debate que es Palestina. A diferencia de Ucrania, hay una unidad muy grande, no total, pero muy grande, con relación a la defensa de la causa palestina. Pero sobre cuál es la salida para la causa palestina, hay muchos debates en la izquierda mundial. Hay un debate que nosotros venimos haciendo contra los que han defendido durante ya varios años la salida de dos Estados, que ha quedado pulverizada por la realidad, pero que le permitió, por ejemplo al sionismo, fortalecerse por la claudicación de Arafat y toda la dirección histórica cuando aceptaron la política de dos Estados, que vino acompañada del reconocimiento del Estado sionista.
Hay otros debates hoy. Fracasada esa política, ¿es posible un Estado binacional, un Estado único donde convivan los dos pueblos? Ha pasado mucho tiempo desde que hace 75 años se creó el Estado sionista. Algunos compañeros plantean que pasó tanto tiempo que la población judía ya se ha instalado, entonces el tema de la destrucción del Estado sionista está en debate, y a lo mejor hay que ir a un Estado único binacional. Son debates que existen de compañeros que le intentan buscar la salida. Nosotros no la vemos. Creemos que no hay ninguna posibilidad de paz en la región si no es sobre la base de liquidar el Estado sionista y volver a la situación de hace 75 años. Es un debate incluso con compañeros con los que tenemos relaciones fraternales, porque es un debate lógico, porque tampoco es fácil nuestra propuesta de liquidar el Estado sionista e ir a un Estado palestino único, laico, democrático y socialista.
Hay otro debate: ¿la salida es la confraternización de las clases obreras de Palestina y de Israel? Hay una clase obrera fuerte en Israel. Ahora; nosotros no vemos que esa confraternización sea posible si no hay una derrota del Estado de Israel, porque hoy esa clase obrera está contaminada hasta los huesos de la política del sionismo, que ha tenido una política para lograr que la población siga al sionismo, que ha sido la de darle los territorios, las viviendas y todo lo que era del pueblo palestino, de incorporar a toda la población al ejército para que todos, de una u otra forma, participen también de la limpieza étnica, de la toma de territorios y del propio genocidio.
Por lo tanto, si no hay una derrota categórica del sionismo que abra otra perspectiva, es muy complejo. ¿Qué vamos a hacer con los cerca de siete millones de palestinos que están fuera de los territorios? ¿Vamos a permitir que vuelvan a los territorios, que es una consigna histórica? Nosotros estamos a favor de que vuelvan. Pero si vuelven a los territorios, van a querer sus tierras, van a querer sus viviendas. Pero en esa vivienda seguramente va a haber un obrero israelí, que vino desde otro lugar y se instaló. Son problemas concretos que tenemos.
En primer lugar, hay que defender el derecho del pueblo que ha sido masacrado y que hasta el día de hoy sigue sufriendo un genocidio. Entonces, mientras discutimos cómo frenamos el genocidio, estos debates son muy importantes y son importantes en la izquierda.
Nosotros estamos convencidos que la única salida, y por esto es importante discutir, porque hemos hecho un cambio con una consigna histórica. Algunos levantábamos la que era la consigna histórica de la OLP, que era la de una Palestina única, laica, que era una consigna, si se quiere, democrática. Nosotros creemos que eso ya no está planteado en la realidad. Primero, porque prácticamente no hay ninguna dirección que la levanta, porque, al claudicar la OLP y al aceptar al Estado sionista, permitió que se fortalezcan las direcciones del islamismo radical que no tienen esta política, sino que lo que quieren es arrasar con el Estado de Israel para reemplazarlo por un nuevo Irán. Y nosotros no estamos con esa política. Hay una disputa con ellos. Por eso nosotros creemos que la única salida, y vuelvo a la consigna inicial, es la revolución socialista para la región. No va a haber salida si no hay revolución socialista en Medio Oriente contra las burguesías árabes que han permitido que Israel se fortalezca.
Y para eso hay que construir partido, porque no hay revolución sin partido. Y ahí viene de nuevo lo mismo. ¿Cómo hacemos para disputar y construirnos? Por eso le damos importancia a la política hacia el Líbano. Yo les cuento algo a todos. La primera vez que fui al Líbano, invitado por los compañeros que después terminaron entrando a la Liga Internacional Socialista, me armaron una charla grande, vinieron muchos compañeros de la juventud y la primera pregunta que me hicieron fue: ¿están a favor o en contra de destruir el Estado de Israel? Gracias a mi respuesta, tenemos sección de la LIS en el Líbano. Porque muchas veces se discute desde afuera de los procesos concretos y de la relación que hay con el movimiento de masas y la vanguardia. No hay ninguna posibilidad en el Medio Oriente de construirse sin arrancar por ahí.
Desde ya, esto no quiere decir negarse a tener política hacia los movimientos que se desarrollan al interior de Israel. Hay una crisis brutal por el régimen de Netanyahu. Empieza a crecer el repudio a lo que está pasando en Gaza. Hay que tener una política, pero hay que ganarlos para una política revolucionaria, que es la política de que se ubiquen junto a la resistencia palestina para derrotar ese Estado y construir algo nuevo donde los pueblos puedan vivir en paz nuevamente. Pero son debates concretos que hay que hacer, que nosotros tenemos que hacer con la vanguardia, porque existen. La comunidad judía ha dado permanentemente valiosos elementos a la revolución, no solo históricamente, sino cotidianamente. Nuestro partido acá Argentina tiene compañeros muy valiosos que vienen de ahí. Hay una fuerte representación de la comunidad judía en el país, por lo tanto hay que dar la pelea.
¿Cómo definir la situación mundial? Yo sé que acá hay una tendencia, heredada de nuestra corriente histórica, a permanentemente tratar de buscarle un nombre muy preciso a la situación. ¿Es situación pre-revolucionaria, situación revolucionaria, no revolucionaria, contrarrevolucionaria? Nosotros somos parte de una organización internacional que no es morenista, aunque el morenismo es un componente importante, sino que es una confluencia con otros compañeros que tienen otro tipo de mecanismos para definir las cosas. Nosotros no queremos definir la situación alrededor de un nombre o hacer lo que hacen muchas corrientes, que primero ponen el nombre y después tratan de que la situación encaje en el nombre.
Por ejemplo, nosotros tenemos corrientes como la LIT, que desde que Moreno discutió que había una situación revolucionaria, han pasado 40 años, sigue habiendo situación revolucionaria. Y es lo mismo si hay derrota, no hay derrota, si avanza la derecha, si no avanza la derecha, porque nunca se animan a cambiar. Y las definiciones son concretas, tienen que ver con la situación.
Ojo, nosotros a nivel internacional llegamos a definir que una posible definición podía ser pre-revolucionaria. Esencialmente porque hay luchas en todos lados pero falta el factor subjetivo. Pero no nos interesa tanto esto. Lo que sí nos interesa es definir que hay una situación de enorme polarización social, porque creemos que es la mejor definición para entender lo que está pasando. O sea, se caracteriza la situación actual por una polarización extrema que está llegando a todos los países.
Cuando nosotros hicimos esta definición no estaba Milei en el gobierno ni la sociedad se había partido prácticamente en dos. Pero llegó a la Argentina, como está en prácticamente todos los países. Hay un polo que tiene una expresión política cada vez más nítida en la extrema derecha, y hay que asimilarlo. Es una realidad grande como una casa. Es una extrema derecha con elementos incluso fascistoides, que no llegan a ser fascistas porque todavía no han logrado derrotas históricas de la clase obrera en prácticamente ningún país porque el otro polo responde con lucha, con muchas debilidades, porque lo hace sin dirección, que es el gran problema. Pero las derechas actúan y han ganado un sector de la sociedad. Nosotros no podemos ser necios y no darnos cuenta de que han logrado cierta base social y esa base social tiene que ver con que los partidos tradicionales de derecha, e incluso las nuevas izquierdas que surgieron, no solucionaron ningún problema, sino que, precisamente por la crisis del capitalismo, al no tomar medidas anticapitalistas, ninguno pudo mantenerse. Incluso han entrado en crisis y han caído, y eso le ha abierto la puerta a estas expresiones de derecha, junto con que un sector de la burguesía y del imperialismo, para aplicar sus planes, necesita de expresiones que estén dispuestas a ir hasta el final e incluso de provocar cambios en los regímenes en lugares donde la democracia burguesa le sirvió durante un tiempo pero ya no. Por eso están apalancadas por sectores muy importantes.
No es un loco Trump. Surge en el principal país del mundo y logra llegar al poder. No es un loco: tiene que ver con los poderes que están detrás y los sectores de la burguesía que apuestan a eso. Yo ayer lo explicaba en el acto: en Argentina no se entiende un Milei sin los Roca, sin los Bulgheroni, sin los grandes dueños del país, que están detrás de él y quieren terminar con una clase obrera que desde hace 40 años les viene jodiendo los planes. Quieren ir por todo. Y lo mismo le pasa a la burguesía a nivel mundial, en muchos países donde quiere sacarse de encima las conquistas que quedan, porque han avanzado en liquidarlas en muchos casos, pero todavía quedan muchas. Quieren ir contra las libertades democráticas porque le son un estorbo.
Ahora, no han logrado todavía derrotar a la clase obrera. Por eso nosotros no tenemos una visión escéptica, ni nos entregamos a la idea de que “bueno, está la derecha, escondámonos”. Tampoco bancamos la política de aquellos que, frente a la derecha, nos plantean que la salida es el frentepopulismo y que la izquierda se tiene que subsumir detrás de sectores de la burguesía y de la burocracia -que no tienen ese proyecto-, pero que son los fracasados que han intentado gobernar los países sin provocar ningún cambio.
Esto es un tema concreto, lo estamos viviendo en Brasil, por ejemplo. En Brasil tenemos un problemón, porque la herramienta que se había logrado construir, donde el trotskismo jugaba un rol fundamental, que era el PSOL, se está haciendo mierda precisamente porque ha ganado un ala reformista que, frente al miedo alos Bolsonaro, ha planteado prácticamente integrarse completamente al gobierno del PT, y a los que somos críticos nos quiere echar.
Son problemas concretos, los vamos a tener acá en Argentina. No se crean que el peronismo, que está golpeado, está muerto. Va a inventar alguna salida, porque la burguesía va a intentar armar alguna cosa. Y nos van a intentar presionar a nosotros con el tema de que, para ir contra los Milei, nos juntemos todos. Es una presión concreta que capta voluntades de gente muy honesta que tiene terror con lo que está pasando, quiere sacárselos de encima y ve la unidad de todos como salida.
Y ojo, nosotros estamos a favor de la unidad, la unidad en la calle, la unidad en la movilización. No tenemos que ser sectarios hacia eso. Nosotros no somos sectarios en la movilización, pero mantenemos la independencia política, porque si los revolucionarios perdemos la independencia política no hay salida para la humanidad, compañeros. Porque la única forma de que la humanidad frene este desastre es que surja una dirección revolucionaria, independiente de todos los sectores burgueses y burocráticos. Y para eso hay que mantenerse firmes y disputarle a la vanguardia, y explicarle que no es esa la salida.
Estos son debates importantes que tenemos. De los debates globales, surgen políticas. Y a su vez, tenemos que discutir cómo hacemos para construir la dirección revolucionaria. Porque el otro polo, que se manifiesta en Estados Unidos con las huelgas el año pasado, que fue uno de los años de mayores huelgas en décadas y va a continuar este año, en Europa, en África. Hay procesos en prácticamente todo el mundo, pero tienen una debilidad -lo vimos acá en toda la oleada de luchas en Latinoamérica- que no hay direcciones revolucionarias al frente. La crisis de la dirección revolucionaria es agudísima, porque las masas luchan, luchan, luchan, pero no tienen una dirección al frente que le permita llegar a triunfar, y eso le permite a la burguesía recomponerse, y permite que surjan estas derechas.
La gran tarea nuestra es colaborar con el surgimiento de esa dirección revolucionaria. Hay países donde tenemos más responsabilidad que otros porque hay cierta acumulación. Yo lo decía ayer en el acto: en Argentina hay una responsabilidad tremenda porque hay acumulación como para construir una alternativa fuerte. Por eso los debates que tenemos con el FITU no son debates académicos. Porque si no resolvemos bien este problema, la izquierda revolucionaria va a faltar a la cita. Por eso son debates que tenemos que dar con fuerza en la vanguardia, porque en la vanguardia vamos a encontrar simpatía.
Todos los cambios que está discutiendo acá el partido para tener una mejor difusión de ideas, para tener un mejor aparato comunicacional, para poder ir mejor a la vanguardia, están ligados a dar esta pelea y llegar a la vanguardia, que está cansada del PJ pero que, si no ve a la izquierda, va a caer en las trampas que le van a armar nuevamente, como ya le están armando desde la Iglesia con Grabois, que dice cosas parecidas a nosotros y por eso hay gente que nos dice que no seamos sectarios. No hay que ser sectarios, pero hay que dar el debate político, porque Grabois propone capitalismo con rostro humano y las encíclicas del Papa que nunca leeremos. Nuestra salida no es ésa. Y si la izquierda no da respuesta, se va a fortalecer este nuevo vendedor de ilusiones en un capitalismo que no existe, como ya se está fortaleciendo.
Pero ojo, en el PSOL hay que dar una pelea política desde nuestro partido hacia el MES y los sectores que aunque tibiamente estan a la izquierda de la dirección mayoritaria, subordinada por completo a la politica del PT. Tenemos que apoyar el proceso del NPA, que es un proceso muy importante en Francia, un país central. Y tenemos que construir nuestros partidos, compañeros, ayudar a construir nuestros partidos.
Es fundamental insertarnos en la clase obrera, porque se van a venir batallas fundamentales en la clase obrera. Tenemos que estructurarnos. En general, nuestros partidos están muy estructurados en los sectores estatales y está muy bien, porque han sido atacados permanentemente y siguen siendo atacados. Tenemos que seguir fortaleciéndonos en docentes, en estatales en general, en la cultura, pero tenemos que ir al proletariado industrial. Tenemos que lograr estructurarnos ahí. Tenemos que volver a tener la mística de que los jóvenes nuestros quieran ir a la fábrica, quieran ir y hacerse dirigentes del movimiento obrero, que es duro, que no es fácil bancarse, pero que es estratégico porque es nuestra clase y está empezando a moverse en todos lados, desde Estados Unidos a Europa, Argentina, en todos lados. Entonces tenemos que estructurarnos ahí, sin perder políticas hacia la juventud, porque la juventud es una cantera de cuadros para poder ir al movimiento obrero, para poder responder a todo. Tenemos que ayudar a nuestros partidos a que se estructuren en la juventud, porque muchas veces nos cuesta estructurarnos entre los jóvenes.
Tenemos que responder a las problemáticas nuevas que han surgido. Los problemas ambientales son problemas nuevos. No tienen nada que ver con los problemas ambientales de hace 20 años, que eran esencialmente reclamos de sectores más de clase media. Hoy son problemas concretos del capitalismo. Tenemos que responder a los problemas de la mujer, sin caer ni ceder a las políticas de las identidades, que son nefastas para la construcción de los partidos. Se aprovechan de reclamos reales y concretos para llevar a políticas completamente equivocadas. Hay pelea política en el movimiento de mujeres. No es solamente “vamos y vamos”: hay que dar esas peleas políticas y hay que darlas con fuerza.
Para terminar, creo que el proyecto de la LIS, que es un proyecto nuevo, novedoso, que logra simpatía, por eso el crecimiento rápido que hemos tenido, aunque todavía es un pequeño polo, se va a seguir desarrollando. Tenemos que usarlo en todos los países para construirnos porque la vanguardia permanentemente sigue los problemas internacionales. Y para construirnos es fundamental ser parte de un proyecto internacional. Pero tenemos que utilizarlo, propagandizarlo. En los pequeños grupos de la LIS más fuerte todavía, porque le da fuerza a los pequeños grupos para ir a la vanguardia, porque muestra que somos parte de un todo.
La LIS intenta un proyecto que no es fácil, que es intentar que las distintas tradiciones del trotskismo y del marxismo se sinteticen en una nueva tradición. No es fácil hacerlo porque siempre es más fácil estar con gente que opina exactamente igual que uno mismo, como hacen muchas de las corrientes del trotskismo. Pero ha fracasado ese modelo. Ese modelo jugó un rol importante para levantar las banderas en una etapa negra, que fue lo que pasó después de la Segunda Guerra, cuando el estalinismo se hizo fuerte, y permitió que llegáramos hasta acá. El modelo de pequeñas internacionales más homogéneas jugó un rol, no lo podemos negar. No podemos tirar el pasado y decir “no sirve nada”. Pero hoy está agotado como modelo y por eso todos los proyectos internacionales que se han hecho alrededor de un solo partido hegemónico han fracasado y han entrado en crisis.
Los ingleses hicieron una internacional muy grande, que nosotros no conocimos porque estábamos en otra cosa. Seguíamos al mandelismo, pero no seguíamos a los ingleses. Como se separaron de la Cuarta, casi no les dimos pelota y solos construyeron enormes partidos, más grandes incluso que los que construyó el mandelismo y que los que construimos nosotros. Pero están en crisis. Ese proyecto explotó por los aires. Por todos lados hay partidos y grupos que vienen de ahí, que tienen conclusiones parecidas a las nuestras y por eso hemos empalmado con los camaradas de Pakistán, tenemos relaciones fraternales con los compañeros de Australia, etc.
Y nosotros mismos, la corriente morenista, explotó por los aires. Sepámoslo, compañeros, asumámoslo. Y explotó también porque no está adaptada a la nueva época que vivimos. Ni hablar del mandelismo, que está en una crisis fenomenal. El que crea que puede repetir ese modelo se va a chocar contra la pared o va a ser una pequeña secta. Nosotros no queremos eso. En la etapa actual es un crimen hacer una secta y negarnos a construir algo que dispute la influencia de masas. Porque en la disputa actual entre socialismo y barbarie, necesitamos construir organizaciones internacionales y nacionales que disputen la influencia de masas, que es la única forma de poder responder a la etapa actual. Y para eso nos tenemos que sacar todas las telarañas que tengamos y apostar a empalmar con otros como única salida. Y si hacemos esto, yo creo que vamos a dar en mejores condiciones la pelea para aportar a la resolución de la tarea de las tareas que tenemos los revolucionarios, que es superar la crisis de dirección revolucionaria.
Yo nada más. Espero que el debate sea fructífero y que, entre todos, aportemos para seguir mejorando y para seguir puliendo nuestra política y nuestra orientación. Gracias a todos.
Cierre
La densidad que tuvo el punto muestra que el partido, más allá de todas las debilidades, que se van a discutir para mejorar en los puntos siguientes, ha logrado en los últimos años una compenetración muy importante con el tema internacional. El debate que se hizo acá muestra el interés y la importancia que se le está dando. Yo creo que es crucial, más en esta etapa que nos toca vivir, ser un partido cada vez más internacionalista para entender lo que pasa y para actuar en la realidad. Y creo que es muy bueno que se esté avanzando en ese sentido. Nosotros presentamos una minuta que, por supuesto, es un complemento de los materiales que discutimos en el último congreso mundial. Recordemos que nosotros tuvimos un congreso mundial en marzo del año pasado, o sea hace exactamente un año. Yo llamo a leer algunos de esos materiales porque siguen estando vigentes, han pasado la prueba de los acontecimientos y son muy útiles para profundizar algunos de los debates que hemos hecho acá.
Ahora quiero tomar algunos debates que no están en la minuta, que nosotros nos debemos, sobre todo los que venimos de la corriente argentina, del llamado morenismo. Es difícil definir ¿quién es morenista? ¿quién no lo es? Ya hay muchas familias dentro del morenismo. Por lo tanto, para mí define y no define nada ya ese tema. Pero hay debates que están anclados en ese pasado y que creo que es importante encararlos de una manera no dogmática e incluso crítica si hace falta, porque para interpretar la realidad uno tiene que tener la valentía de ser crítico, incluso de lo propio, entre otras cosas también porque las elaboraciones del morenismo son de una etapa distinta a la actual. Moreno se murió en el año ’87. Hay todavía algunas corrientes que se dicen morenistas, que siguen repitiendo como loros lo que Moreno decía en una etapa completamente distinta, que no tiene nada que ver con la actualidad. Tal vez la máxima expresión es seguir definiendo la situación como revolucionaria. O sea, una definición que sirve para todas las etapas, las épocas, los momentos de retroceso, de avance, no sirve para nada. Porque ¿para qué te sirve una definición que nunca te permite precisar la relación de fuerzas del momento y ver la realidad tal cual es? Sin embargo, hay corrientes que se dicen morenistas que siguen con esa cantinela.
Yo creo que nosotros tenemos que rediscutir algunas cosas. Esto no quiere decir que abandonamos todo nuestro bagaje. Pero el marxismo es una ciencia viva, no dogmática, que se anima permanentemente a cambiar. Es, en un sentido, una elaboración que también tiene empirismo en el medio, en que uno hace hipótesis y las hipótesis se cumplen o no se cumplen. Uno no se enamora de las hipótesis que hace y las mantiene durante décadas.
Por ejemplo, un hecho que es evidente y que algunos compañeros tocaron, que es una elaboración muy nuestra, que tenemos que seguir trabajando y tiene que ver con la normalización del proceso revolucionario. Es evidente que en la etapa del ’45 hasta los ’90 se dio una serie de fenómenos que provocaron mucho debate y muchos problemas al trotskismo, porque se dio una combinación de elementos que, en un sentido, iban en contra de lo que había sido la experiencia fundamental, que había sido la Revolución Rusa. Por ejemplo, nosotros que somos trotskistas nos armamos en una caracterización de Trotsky de que no había ninguna posibilidad de revolución sin la clase obrera industrial como el factor fundamental y un partido revolucionario, un partido bolchevique. Si faltaba alguno de los dos, era imposible la revolución. Sin embargo, ¿qué pasó? Ojo, Trotsky hizo otros pronósticos que incluso también fueron equivocados, como por ejemplo que de la Segunda Guerra Mundial se iba a fortalecer la revolución e iba a entrar en crisis el estalinismo. Y pasó todo lo opuesto. Analizar esos hechos es muy importante, porque uno, si repite como un loro y no ve la realidad tal cual es, no se puede armar.
Ahora, lo que pasó desde el ’45 a los ’90 fue que sin partido revolucionario se hicieron revoluciones que terminaron expropiando la burguesía, y sin clase obrera al frente en muchos casos, con el campesinado. Podemos discutir China y una serie de países que expropiaron a la burguesía. Un tercio de la humanidad terminó en el “socialismo real”. Con muchos problemas, porque el acierto elemental del marxismo, y del leninismo y el trotskismo, fue que sin partido revolucionario y sin clase obrera, esos procesos nacieron fallados desde el inicio y en eso se acertó. Pero la Cuarta Internacional entró en una crisis brutal a partir de no entender esto, porque, por ejemplo, como el Partido Comunista terminó encabezando procesos, hubo un proceso de adaptación tremenda a los partidos comunistas. Ahí empezó el revisionismo en la Cuarta, que terminó en un estallido y disgregación en varias corrientes, los entrismos permanentes, etc.
No vamos a hacer el balance histórico de todo eso ahora, pero sí tenemos que ver que hay una etapa nueva, distinta, que es importante analizarla. Porque hoy, por lo menos desde los ’90 hasta acá, no hubo ningún proceso donde una dirección no revolucionaria y sin la clase obrera avanzara a lograr expropiar a la burguesía. Esto también ha mareado a muchos que estaban acostumbrados a la etapa anterior. Ha hecho caer a muchos en el escepticismo también. “¿Qué pasa, no hay revoluciones que triunfan, no se expropia más a la burguesía?” En eso se monta también una campaña de que “el socialismo es una cosa del pasado”. No hay modelo. Antes había un modelo, deformado, pero modelo al fin. Son problemas nuevos, los tenemos que elaborar. Yo, por ejemplo, creo que la corriente de la cual provenimos nosotros, los morenistas, fruto del tema de que había direcciones que, presionadas por las masas y por la existencia de la URSS, avanzaban más de lo que decía su propio programa, caímos en rasgos muy objetivistas. Yo creo que nosotros sobre el final de los ’90, por ejemplo, caímos en el objetivismo y creíamos que el ascenso y la crisis llevaban a la posibilidad de que se dieran nuevas revoluciones, incluso algunas triunfantes, sin partido revolucionario de masas al frente. Tenemos que discutirlo, porque yo creo que incluso hasta hoy hay rasgos objetivistas en algunas de las corrientes que provienen de ese pasado.
Ahora estamos en otra etapa mundial, que en un sentido se parece más a previo a 1914. Porque previo al ’14 tampoco había modelos. Estaba la Comuna de París, pero era un modelo para pocos, al que encima no le fue bien. Los bolcheviques sacaron conclusiones fundamentales, sin las cuales El Estado y la Revolución de Lenin y una serie de elaboraciones no hubieran sido posibles. Pero no había un modelo triunfante tampoco. Una de las complejidades de esta etapa es no tener un modelo, e incluso que los modelos que hubieron no están bien vistos por el movimiento de masas, porque terminaron en catástrofes tremendas, como la URSS, que terminó en la restauración capitalista. Podemos decir que Trotsky le había acertado, pero eso es para nosotros nada más, porque eso no deviene en que la gente se haga trotskista. Igual pasó con el tema de que “el socialismo en un solo país” iba al fracaso.
Son temas que hay que discutir, sobre todo para ver cómo un análisis incluso crítico de nosotros mismos nos permite armarnos mejor para la etapa en la que estamos. Yo creo que volvemos a una etapa donde sin partido revolucionario y sin clase obrera al frente la revolución no está planteada. Esto queremos decir con normalización. Esto plantea tareas y complejidades nuevas que tenemos que discutir. Un debate importante es si estamos en una etapa que ya agotó sus fuerzas y por lo tanto, después de los ’90, han pasado tantos años que no se dio la revolución que ya no va a estar planteada, o si estamos en una etapa transitoria en la que tenemos que tener confianza en la clase obrera, en que el proceso va a llevar a que empiecen a darse cada vez más condiciones para resolver estas contradicciones. Yo creo lo segundo. Pero son debates que tenemos que hacer. Tenemos que huirle al objetivismo y tener políticas para resolver las contradicciones y los problemas.
Yo creo que hay que rediscutir también un concepto que tiene una explicación, sobre todo a principios de los ’80, por una serie de fenómenos que se dieron en el mundo, pero que creo que hoy, extrapolado, confunde. Que es el famoso concepto de revolución democrática. Yo personalmente creo que no sirve para nada esa definición. ¿Por qué para mí hoy no sirve ese concepto? Porque yo creo que hoy en día elevar demasiadas expectativas en movilizaciones por aspectos democráticos, en un momento donde el capitalismo está en una crisis brutal y no puede dar ninguna conquista democrática, te lleva un poco a tener ilusiones en que va a haber un camino etapista que te va a llevar al socialismo, y no es así, y te lleva a no alertar sobre las debilidades de los procesos.
Por ejemplo, yo creo que el fracaso de la revolución catalana tiene que ver con que no hay ninguna posibilidad de un cambio democrático sin un debate de fondo que te lleve al socialismo. Tiene que ver con lo mismo el debate de Palestina. Casi no hay posibilidad alguna hoy de provocar reformas sin ir directamente al choque. Y nosotros nos tenemos que construir en esa realidad, no en creer que un triunfo democrático, que es difícil de ver, te va a llevar y te va a abrir la puerta para ir hacia el socialismo. No pasó, aparte. La realidad es la realidad. No pasó. La famosa revolución política que esperábamos no se dio. No se dio. No se dio lo de Trotsky, de que la crisis de la burocracia iba a llevar a un proceso donde la movilización iba a derrotar a la burocracia y se podía recuperar la URSS sin revolución social. No se dio. Y hay que asimilar que no se dio. Hay algunos que todavía esperan la segunda etapa. Las cosas son como son en la realidad y tenemos que armarnos a partir de la realidad, precisamente porque el marxismo es eso: no es un dogma. Y nada de esto se dio porque no existieron partidos revolucionarios fuertes y estructurados en la clase obrera.
Exagerando un poco, porque uno exagera en la polémica, yo siempre cuento que en realidad los más marxistas en la Revolución Rusa eran los mencheviques. Porque en un sentido Marx había pronosticado que era imposible la revolución en un país atrasado como Rusia, y eso fue lo que le dio cierto andamiaje al menchevismo y a la mayoría de la dirección bolchevique. Por eso vino Lenin y les tuvo que patear el traste en abril de 1917 y decirles que no y adherir, sin decirlo, a lo que decía Trotsky: que estaba planteada la revolución socialista en Rusia y que no pelear por tomar el poder era un crimen. Porque el marxismo no es un dogma, donde uno tiene un esquema y trata de encajar la realidad en ese esquema. No: es una ciencia viva. Y los esquemas que vos mismo te hacés, porque necesitamos esquemas, hay que tener la valentía de tirarlos al carajo cuando la realidad no da con esos esquemas y pensar, abrirse la cabeza para pensar, para elaborar.
Tenemos mucho para elaborar todavía, mucho, mucho para elaborar. Yo creo que esa elaboración la tenemos que hacer sobre la base de reagruparnos con otros, porque es muy difícil una elaboración completa de la realidad desde cada uno de los pequeños sectores que provenimos de una u otra corriente. Y esto tiene que ver con el proyecto de la LIS, para lograr una elaboración más completa, sabiendo incluso que podemos volver a equivocarnos, es fundamental el roce, el choque con otras corrientes, con otros compañeros que vienen de otras experiencias, que se han construido en otras realidades. Es muy difícil, desde Latinoamérica, en el traste del mundo, acertarle y creer que le vas a acertar a lo que pasa en un mundo muy complejo y que encima desde acá vas a exportar “la papa” para los que hablan en urdu, los que hablan en idiomas que nos cuesta hasta pronunciar. Yo creo que es fundamental el contacto con las otras corrientes del marxismo y del trotskismo que se han ido formando desde otros puntos de vista. Por eso el proyecto de la LIS no es solamente juntar por juntar: es porque creemos que es la única forma de intentar resolver el problema de dirección, que es el problema más agudo que tenemos, pero que no lo vamos a resolver ni desde acá ni desde allá, sino en un proceso de confluencia, de debate, de escucharnos.
Por eso el proyecto de la LIS no es autoproclamar la LIS, aunque creemos que es importante construir la LIS: es construir la LIS y trabajar con otros compañeros que no son de la LIS, pero con los que tenemos la perspectiva de un trabajo común, como los compañeros de Francia, como los compañeros de Australia, estar abiertos a trabajar con otros. Por eso le damos importancia ir a eventos como el de Milán, que vos si ves las resoluciones decís “para qué vine acá”. Pero te permite el contacto con otros, te permite discutir, debatir, no cocinarte en tu propia salsa.
Vamos a ir a un evento en Brasil que ha organizado el MES, por ejemplo. Tenemos acuerdos y diferencias muy importantes con el MES. Ahora; nosotros no le tenemos que huir al debate y a la discusión. El MES en Brasil es una fuerza muy importante. Para la perspectiva de superar al PSOL, que está en un proceso de degeneración acelerada, hay que tener una política para esos compañeros también. Porque, la verdad, el desierto que hay por fuera del PSOL en Brasil es tremendo. Es un desierto kilométrico y sin agua para construirse. Trabajar para ver si podemos empalmar con otros para ver si hay alguna perspectiva es muy importante.
Es lo mismo que las definiciones. Por ejemplo, yo creo que podríamos definir la situación como pre-revolucionaria. Pero hay compañeros que vos le decís eso y no entienden un carajo. Creen que te tomaste un litro de tequila. Cuando hablás en el mundo y ves el peso que le dan al ascenso de la derecha. Entonces puede ser de consumo nuestro, los que venimos de alguna corriente. Pero para mí, polarización define mejor, es más entendible y te permite empalmar en un debate para ir al contenido de la situación, que no niega los elementos positivos que existen, pero que tampoco da la impresión de que va todo en un camino de rosas hacia la revolución, cuando es más complejo todo lo que pasa.
Yo creo que polarización es un concepto que define mejor la situación. Porque por un lado ubica con claridad lo de la extrema derecha, que es un problema que nosotros no podemos minimizar. Porque si bien no vemos el fascismo hoy como un proyecto consolidado, no podemos negar que, en la perspectiva, si la clase obrera y los revolucionarios no logramos hacer pie, puede avanzar. Porque si no es socialismo, es barbarie. Porque en la frase sólo nos gusta la parte de socialismo, no la de barbarie. Bueno, pero la barbarie está ahí, está en la puerta, está en la esquina.
Ahora bien; yo creo que es importante no ver sólo ese polo, sino también ver el otro. Porque el otro es lo que abre la posibilidad de que la alternativa también sea el socialismo. Porque hay luchas tremendas y mientras haya luchas, mientras se incorporen batallones pesados del proletariado como el de Estados Unidos, como Europa, como Inglaterra. En Inglaterra hubo una derrota tremenda que fue la huelga de los mineros con Margaret Thatcher, que marcó el inicio del neoliberalismo y de ataques brutales a nivel mundial. Y esa etapa terminó. Hay una recomposición que está iniciándose en la clase obrera y son los pesos pesados. Lo de Estados Unidos no es moco de pavo, porque vale por 50 Argentinas, compañeros, que Estados Unidos empiece a moverse como se está empezando a mover. Para la definición de la situación mundial es cualitativo que en Estados Unidos el socialismo deje de ser mala palabra entre los jóvenes y entre franjas del movimiento de masas. Es una cosa cualitativa, aunque todavía está en la etapa reformista. Son elementos de la situación. En Francia, los compañeros hablaban de que había una situación casi pre-Mayo francés en un momento, que no terminó en un triunfo, pero abrió una situación política tremenda.
Ahora; no es fácil construir partido. Es una realidad. Hay problemas en la conciencia que tenemos que analizar. También hay que saber que el avance de las ultraderechas es un revulsivo que hace que franjas del movimiento de masas también se polaricen para el otro lado y avancen y entren en crisis con las direcciones reformistas, que tenemos que aprovechar. Tampoco podemos ser objetivistas al revés y esperar que se solucionen los problemas solos. Ahí también interviene la política de los revolucionarios. Yo creo que en muchos lugares no se avanza por los errores que cometen los revolucionarios.
Por ejemplo, yo creo que la política del PTS, que es el que manda desde acá lo que tienen que hacer los franceses, de irse antes del NPA fue criminal, porque se podría haber ganado el congreso del NPA, se podría haber provocado una derrota muy importante del reformismo y habría un partido enorme. Pero esa no es la política de ellos, porque son escépticos, no creen que esté planteado. Sólo quieren ver si captan a cuatro o cinco. La política que están teniendo acá es criminal, porque para tratar de tener la figura de moda bloquean la posibilidad de hacer una fuerza militante de 30 o 40.000, e incluso la posibilidad de transformar el Frente de Izquierda Unidad en un gran movimiento, donde los partidos actuemos como tendencias y que sea el debate político el que defina quién tiene la razón, pero que al mismo tiempo fomente la revolución en Argentina y transforme a la izquierda, que se ha anquilosado.
Los compañeros que vienen de afuera, que ven la potencialidad del Frente, tienen que saber que tiene un problema el Frente, porque sectores que te apoyaban ayer, hoy te dicen “bueno, yo los apoyé, pero no veo que ustedes lo resuelvan”. En algunos lugares, en algunas provincias, se logró ganar las elecciones. Se ganó en Salta capital, se ganó la elección, hubo mayoría en el Concejo Deliberante. Y después retrocediste. ¿Por qué? Mucha gente que te dice “bueno, yo los apoyé, ¿pero qué pasó con ustedes?” Eso fue por el Partido Obrero. No llamó a todas las fuerzas de izquierda a ver qué mierda hacemos con esto, que estamos montados en un polvorín. Está pasando lo mismo en Jujuy. Ahí la responsabilidad es más del PTS. Es un proyecto electoral, cuando tendría que haber llamado a todo el mundo, a intelectuales, a todos. Nosotros sacamos el 25% de los votos del Frente de Izquierda y nos trataron de ningunear, a ver cómo no cortamos ni pinchamos. Cuando en realidad lo que había que hacer era convocar un gran plenario, una asamblea, llamar a intelectuales de todos lados, porque vos también tenés que demostrar que sos una alternativa. O sea, la política de los revolucionarios tiene peso en la realidad. No es que no podemos porque lo objetivo te cierra todo. Hay oportunidades que hay que saber aprovechar. Por supuesto, en algunos lugares hay más acumulación que en otros.
Miren, yo me quedé impresionado con lo de Portugal. Ese ejemplo que contó Gil de que un grupo de trotskistas, un pequeño grupo de trotskistas, logró, a partir de un acierto, que es la conformación de un pequeño sindicato, movilizar, creo que dos veces, a cerca de 100.000 personas en Portugal y hacer tambalear todo el sistema burocrático porque STOP se ha transformado en un polo tremendo. Hay que seguir el fenómeno de STOP en Europa para ver si no se puede aprender en otros lados de ese fenómeno. Y por supuesto, les ha costado a los compañeros trasladar ese éxito a lo político. Han actuado también sectas podridas para evitar eso, porque la UIT, en el medio de ese tema, para ganar a una compañera, hizo una campaña contra los dirigentes de STOP. Hizo una campaña, fíjense ustedes, una corriente que se dice revolucionaria, yendo a las asambleas a decir que STOP estaba dirigido por atrás por el MAS, para agarrar lo más atrasado del movimiento sindical y para bloquear. Esto ha desmoralizado a los dirigentes nuestros de ahí, los ha puesto a la defensiva. Una corriente que, para ganar a uno, intentó destruir la posibilidad de que de ahí se transformara en una alternativa política. O sea, las políticas de las direcciones actúan. Yo creo que no está perdido lo de Portugal y que todos tenemos que trabajar para ver cómo revertimos eso, porque sigue estando STOP, sigue habiendo una oportunidad, y tenemos que laburar para buscarle la vuelta para trasladar eso a lo político. Y todos tenemos que ayudar. Incluso, si hace falta, en un acto de internacionalismo, los compañeros de Brasil mandando compañeros jóvenes para ayudar en la construcción. Tenemos que discutir cómo hacemos, porque de eso se trata. Cuando hay oportunidades, todos somos Portugal, porque si no, no hay internacionalismo verdadero.
Entonces, yo creo que es muy contradictoria la situación, pero los revolucionarios podemos actuar y podemos acumular fuerzas. Es muy complejo lograr la influencia de masas. Pero no es complejo ir acumulando fuerzas, hacer partidos de vanguardia, fortaleciéndonos para que un giro en la lucha de clases, que va a venir, nos permita dar un salto en algunos lugares y transformarlos en un foco. Pero creo que no lo podemos hacer esto desde la óptica nacional. Yo creo que sólo podemos hacer esto desde una perspectiva internacional y ayudándonos entre los revolucionarios para aprovechar las oportunidades donde se nos den, para fortalecernos. Porque el fortalecimiento de un lugar es el fortalecimiento de todos.
Por eso nosotros estamos obsesionados con este proyecto que intenta romper con un pasado donde lo único que te interesaba era captar a uno. Hay que captar, no sólo uno, sino dos, diez y 100, porque queremos construir un partido revolucionario. Pero alrededor de responder a las tareas de la lucha de clases y del momento en el que estamos, que es tratar de ver si podemos empezar a hacer pequeños polos y eso sólo lo podemos hacer de manera internacional. No lo podemos hacer de manera local, incluso no lo podemos hacer en Argentina. Seamos claros. La LIS ha sido una ayuda para nosotros, para ubicarnos políticamente. Sin la LIS, el MST no estaría ubicado políticamente. Aun con su debilidad, el debate internacional, las opiniones de los compañeros, son fundamentales para formar a los cuadros. O sea, no hay posibilidad de formar cuadros en un marco solamente nacional, sin el roce y el choque con otros. No hay ninguna posibilidad.
Hay debates que tenemos que profundizar. Yo, por ejemplo, veo a los compañeros de Costa Rica acelerados en el tema de los roces inter-imperialistas. Porque si bien creo que existen los roces y hay un proceso, no está a la vuelta de la esquina la tercera guerra mundial. Y es importante esto, porque tiene que ver con la política. Incluso no podemos, como marxistas, decir “va a haber una tercera guerra mundial”. Nosotros elevamos una hipótesis. También hay otras contradicciones. Porque ojo, la bomba nuclear actúa también, porque, cuando sale una bomba para un lado, sale una bomba para el otro también. Y eso es un hecho de la realidad que, por ejemplo, evitó que hubiera una tercera guerra mundial y la guerra fue fría durante mucho tiempo hasta que se cayó la URSS. Ahora hay una disputa inter-imperialista creciente y no podemos tampoco decir que no va a haber, pero tenemos que ir viendo los ritmos. Hay un sector de la izquierda mundial que hace política como si ya hubiera una tercera guerra mundial. Entonces plantea que el centro es el derrotismo en todos lados. Y sí, pero el derrotismo en Rusia está bien, el derrotismo en los países imperialistas está bien, pero ¿también hay que hacer derrotismo en Ucrania, que es permitirle a Putin que llegue hasta Kiev y ponga un títere? No, no es una política correcta. Y si hubiera una tercera guerra mundial sería correcto. Pero, ojo, porque Lenin, analizando la Primera Guerra Mundial, planteaba sobre Serbia que era una desgracia que el inicio de la Primera Guerra haya tapado el problema nacional que había en Serbia. No creamos que son todos fenómenos nuevos. Ha habido muchos fenómenos similares en el mundo. Pero son debates que son complejos.
El Maidán ucraniano fue contra un gobierno que era satélite de Rusia. Un proceso que fue en un sentido atrasado. Pero que tiene puntos de contacto con lo que pasó, por ejemplo cuando cayó la Unión Soviética, que, por la ausencia de dirección revolucionaria, fuerzas incluso contrarrevolucionarias se hicieron fuertes. Al tener un análisis unilateral del Maidán se puede caer en estar en contra de la movilización de masas y terminar apoyando un gobierno que era títere de Rusia. El problema es de dirección revolucionaria. Yo creo que son temas que hay que analizar bien, no superficialmente. Hasta se caen las campañas del propio Putin con relación a este tema, como que Ucrania es un caso único en el mundo donde todo un país es fascista y de derecha cuando no es así, es más contradictorio, más complejo. Pero bueno, son debates que tenemos que hacer.
Nosotros tenemos que seguir escribiendo sobre China, porque hay un tema que es el tema del imperialismo. Pero hay otro tema, que tiene la preocupación permanente de los compañeros de Pakistán. Y China está más cerca de Pakistán que de Argentina o de Latinoamérica, y los debates son mucho más concretos. Son elementos que tenemos que usar al servicio de nuestra propuesta. Es evidente que China se desarrolló como potencia capitalista y un imperialismo rapidísimo, en parte, porque usufructúa la centralización de la economía. Es un hecho de la realidad. Y nosotros defendemos la centralización económica, al servicio de un proyecto socialista, no al servicio de un proyecto imperialista. Pero es una realidad que tenemos que usar esto, como en algún momento, no quiero entrar en polémica, usábamos “socialismo con democracia” para tratar de explicar. Acá teníamos un lío con Cuba porque la teníamos ahí, y tratar de explicar la defensa de Cuba y decir que le faltaba algo. Uno permanentemente hace malabares para dialogar.
Después está el tema táctico del nombre, de socialismo y cómo lo usamos. El problema central para mí es que tenemos que levantar el socialismo, el programa. Ojo, en Ucrania los compañeros nuestros se llaman Liga Socialista Ucraniana y han sobrevivido durante bastante tiempo. Dependerá de la lucha de clases, de cómo evolucione. Yo creo que si la guerra se pierde, se va a iniciar un proceso contra Zelensky y contra todo. Cuando vuelvan todos los combatientes a pedir un laburo que no existe, vamos a ver qué pasa en Ucrania. Por supuesto, si se ganara, para mí sería una onda expansiva: iría sobre Rusia, sobre otros lugares. Pero bueno, es materia de otro tema.
Creo que hay muchas debilidades en la LIS que tenemos que atacar. Por ejemplo, tenemos que atacar mejor el tema de las redes sociales, tenemos que atacar mejor el tema de las campañas. Hemos hecho campañas, pero nos ha costado. No tenemos circular y eso impide que haya más socialización de muchas cosas. Le hemos dado mucha importancia a la web, pero menos a eso. Hay que avanzar. La LIS es un proyecto que está iniciándose, que tenemos que ir mejorando entre todos.
Pero yo creo que en los pocos años de la LIS hemos demostrado algunas cosas. Nadie le ha impuesto a ninguna dirección nacional la política que se elaboró en otro lado. Hemos sido pacientes para hacer algunos de los debates porque creemos realmente en este proyecto. No creemos que nadie, por más grande o más chico, tiene que imponerle políticas a otro. Lo que nosotros queremos es crear instancias de debate y discusión para que haya convencimiento en las políticas que hay que aplicar. Y eso para mí es un punto fundamental. Porque necesitamos construir un proyecto que incluso escuche a otros.
Yo creo que el partido pakistaní es un partido fundamental dentro de la construcción de la LIS, porque es muy complejo construirse en Pakistán. Es mucho, mucho más difícil que construirse en países con cierta estabilidad democrática, más allá que ahora se esté perdiendo, con situaciones económicas muy distintas, con sociedades más atrasadas fruto del fundamentalismo y el desarrollo económico del país. Y que tiene que ver con lo que dije de los ingleses. Yo creo que los ingleses construyeron partidos incluso en lugares muy complejos.
Ahora, al mismo tiempo, los proyectos internacionales de los ingleses volaron por los aires. ¿Por qué volaron por los aires? ¿Por qué Peter Taffe está solo y triste hoy en día, después de haber sido uno de los dirigentes que había construido una gran internacional? ¿Por qué volaron todos los partidos y lo dejaron solo? Fue una rebelión contra el partido inglés y se fueron todos. Formaron otra cosa que se llama Alternativa Socialista Internacional. Porque Peter le quiso seguir imponiendo a cada una de las secciones la política desde Inglaterra. En particular a los irlandeses, que se habían desarrollado con una fuerza importante y tomaron una causa muy importante que los catapultó para arriba, que fue la casa feminista. Y como Peter Taffe estaba en contra, intentó organizar una fracción contra los irlandeses y le salió el tiro por la culata. Se le hizo una fracción distinta y mayoritaria, pero contra él. O sea, el tema del partido madre es político. Yo creo que, por ejemplo, el partido francés chiquito, de 200, que quedó de los mandelistas, sigue siendo un partido madre. Porque no tiene que ver sólo con el número: tiene que ver con creerse, esas direcciones, que siguen siendo la dirección fundamental para construir el proyecto internacional y que desde ahí van a hacer la política para acá o para allá. Esa dirección impuso en Grecia que tenía que ir para el lado de Syriza cuando estaba en contra la dirección griega y el partido que tenían ahí, que quería ir por otro lado con Antarsya. Y así con cada uno de los grupos. Y eso es lo que revienta los partidos: la imposición. Como es correcto, por ejemplo, en Inglaterra, defenderse del ataque xenófobo contra los musulmanes. Y es correcto defender, como en Francia, llevar candidatas de esa característica. Pero es incorrecto, como querían hacer los ingleses, imponerles esa misma política a los países musulmanes, donde en esos países vos disputás contra el islamismo y no le tenés que hacer seguidismo.
La base nuestra, y tiene que haber un control social de todos los partidos, es saber que tenemos una dirección hiper débil, que no dirigió nada, que no puede exportar más que una experiencia débil de lo que hacemos y que sólo va a poder transformar sus direcciones el día que dirijamos algo. Y para eso necesitamos trabajar en equipo entre todos, con los partidos, con los militantes y con cada uno de los grupos más grandes o más pequeños que tenemos.
31.03.2024 – Aprobado por unanimidad
(junto al documento de la LIS)