12/08/10
En las últimas semanas algunos encuestadores y varios medios de comunicación han comenzado a instalar la idea de que el matrimonio presidencial está recuperando algunos puntos de imagen positiva. Estos datos, propagandizados a más no poder por el gobierno, actúan como energizante de la militancia kirchnerista y logran confundir a sectores de la población. En realidad, la letra chica de esos mismos trabajos de opinión sigue mostrando que la leve mejoría que estaría evidenciando la pareja no alcanza en lo más mínimo para contrarrestar el rechazo mayoritario, cercano al 70% del electorado, que siguen teniendo los Kirchner. Rechazo que de mantenerse en estos niveles hace casi imposible pensar en la reelección de cualquiera de los dos pingüinos. Ya que los estaría colocando en la necesidad de ir a un ballotage, donde lo más probable es que cualquiera que llegue desde la oposición termine capitalizando el altísimo porcentaje de voto castigo al gobierno, que hoy por hoy parece inevitable.
De todos modos es importante detenerse en las razones del pequeño repunte que el gobierno ha experimentado en las últimas semanas. Sigue teniendo a favor la relativa estabilidad económica que vive el país y una gran caja económica para desplegar algunas iniciativas sociales y seguir comprando voluntades. Pero lo nuevo no es esto, sino el salto cualitativo en la crisis de la oposición patronal que se ha desencadenado. Poco les duró la ofensiva que lograron al levantar la bandera del 82% móvil para los jubilados. Frente al debate sobre las retenciones volvieron a mostrar la hilacha. Nada parece quedar ya de la expectativa que lograron crear hace poco tiempo, cuando se juntaron por un lado varios grupos de extracción radical y por otro todo el peronismo disidente. El rejunte de estirpe radical prácticamente ha estallado en varios pedazos, con Carrió por un lado haciéndole guiños a Felipe Solá, el socialista Binner coqueteando con el gobierno y la UCR pensando en ir sola a las elecciones. El menjunje peronista está al borde de correr igual suerte, dividido entre los que quieren competir en la interna con Kirchner y los que quieren ir por fuera, con múltiples candidatos y ninguna claridad sobre cómo definir una figura que los unifique. Por si algo les faltara, explotó la crisis de Macri, uno de los presidenciales que mejor medía en las encuestas. La incertidumbre sobre lo que podría llegar a pasar en el país si alguno de estos personajes llegara al gobierno hace que sea perfectamente lógico que un pequeño sector pueda pensar que es mejor malo conocido que peor por conocer.
Sin embargo, estamos convencidos que con la crisis de la oposición patronal lo que más aumenta no es el apoyo al gobierno sino el espacio para construir algo completamente nuevo, con peso de masas, amplio y a la izquierda tanto del kirchnerismo como de las variantes patronales que se postulan. Esta realidad es la que nos viene empujando desde hace bastante tiempo a explorar la posibilidad de empalmar con distintas fuerzas políticas, provenientes tanto de la izquierda como de otras vertientes populares, ya que estamos convencidos que ninguna expresión por sí sola puede capitalizar el enorme espacio existente. Se necesita una síntesis superadora para empalmar con una franja importante del movimiento de masas. Esta exploración nos ha permitido constatar que con distintos sectores de la izquierda, ya sea por sectarismo u oportunismo de su parte, es imposible una confluencia en el próximo período. Afortunadamente, nuestro planteo ha tenido una recepción completamente distinta por parte de los compañeros del Movimiento Proyecto Sur. Con ellos hemos abierto un diálogo muy productivo. Las distintas reuniones que hemos tenido nos han permitido avanzar en el relacionamiento y empezar a conocernos más en profundidad, intercambiar ideas y puntos de vista sobre una gran cantidad de temas.
Los compañeros de Proyecto Sur tienen sobre sus espaldas una gran responsabilidad. Pino es una de las figuras mejor posicionadas para encabezar un movimiento emancipador que podría convertirse en una opción de cambio muy progresiva para una franja de masas a nivel nacional. Nuestra apuesta es que los compañeros se abran a trabajar con la izquierda y otros sectores populares ya que esto permitiría una confluencia superadora en varios sentidos. No sólo para potenciar la pelea electoral que estará planteada el año que viene, donde la claridad política y la fuerza organizativa que podría desplegarse a partir de la ampliación de la unidad permitiría competir de igual a igual con los aparatos clientelares de los viejos partidos. También porque la unidad permitiría responder de una manera cualitativamente más fuerte a las incontables luchas extraparlamentarias que se suceden a diario. Esto es fundamental de cara a construir una alternativa que se plantee disputar una franja de masas y a los mejores luchadores, en la perspectiva de postularse para gobernar, tarea estratégica que cada día que pasa comienza a estar más planteada que nunca.
Desde el MST-Nueva Izquierda haremos todos los esfuerzos que estén a nuestro alcance para lograr avanzar en el proceso de acercamiento que hemos iniciado. Somos concientes que toda confluencia política conlleva una inversión de tiempo, grandes esfuerzos y dotarse de paciencia. Al mismo tiempo, la realidad del país nos obliga a darnos objetivos y plazos razonables, ya que en pocos meses más no tener definiciones claras puede jugar en contra de poner en pie la alternativa que los trabajadores y el pueblo necesitan.