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14/07/10

Pasado el Mundial, con mucha pena y nada de gloria, ha vuelto a ponerse en marcha una adelantadísima campaña electoral por la presidencia. Sin dejar de añorar las viejas épocas, donde gracias a la existencia de un régimen bipartidista relativamente sólido cualquier resultado electoral les garantizaba más o menos lo mismo y siempre había una alternativa patronal de recambio frente al desgaste del gobierno de turno, desde distintos sectores de la burguesía están trabajando para fortalecer algo así como un tripartidismo patronal coyuntural. Con dos variantes peronistas -una más “progre” y una derechosa- y otra radical. Como son concientes de que es casi imposible que alguna de estas opciones logre alcanzar el 40% de los votos, apuestan a que las dos más votadas diriman en una segunda vuelta y así legitimar todo lo que puedan a un futuro presidente.

De las tres apuestas patronales, hoy la más sólida sigue siendo el kirchnerismo. No tanto por virtudes propias, sino por la decadencia de la supuesta oposición. Su talón de Aquiles es el techo del 30% en intención de voto del matrimonio presidencial y el firme rechazo del 70% restante de la sociedad. Panorama que de mantenerse puede colocar al oficialismo en una posible segunda vuelta, pero difícilmente hacerlo ganar la contienda. Aunque fieles a su estilo darán pelea hasta el final, en las últimas semanas -salvo su repentino y oportunista apoyo al matrimonio gay- se evidencia una pérdida notable de reflejos y de iniciativa política. Lo más elocuente es el papelón que están haciendo con los jubilados.

Si bien con este tema y otros de menor impacto “la oposición” parece haberse despabilado un poco, no dejan de ser una bolsa de gatos, dividida por un lado en un rejunte de estirpe justicialista y por el otro en un menjunje de pasado radical. Es muy difícil el pronóstico acerca de cómo terminará cada uno de estos experimentos. ¿Podrán presentar una fórmula única las huestes de Duhalde, Reutemann, Solá, Rodríguez Saá, De Narváez, Das Neves, Macri y algún otro candidato de este sector, o se dividirán en múltiples pedazos? ¿Triunfará Alfonsín en la interna de la UCR, reafirmando la Coalición Cívica con el ARI, el PS y otros exiliados radicales, o lo hará Cobos, empujando a Carrió y a Binner a presentarse por separado? La burguesía presiona a estos sectores para que prime la cordura y seriedad necesaria para ir construyendo un recambio al desgastado kirchnerismo. Pero la crisis del régimen, los viejos partidos y todas las instituciones que dejó el Argentinazo del 2001 tienen una dinámica propia que puede terminar imponiéndose a los deseos y designios de los poderosos.

El otro dato fundamental de la realidad es que ninguno de estos proyectos patronales logra cerrar el enorme espacio político que existe para construir una alternativa amplia y de izquierda, con un programa que levante salidas de fondo para los problemas del pueblo trabajador. La existencia de este espacio se evidencia en el crecimiento de figuras como Pino Solanas en Capital y a nivel nacional o de expresiones de izquierda en varias provincias del interior del país. Se expresa en las luchas y en el surgimiento de una extendida vanguardia de luchadores antiburocráticas que dan peleas en casi todos los gremios. La gran tarea de la hora es trabajar para que todo esto tenga una expresión política amplia y unitaria que pueda transformarse en una alternativa real a los distintos proyectos patronales en danza.

Un sector que tiene una importante responsabilidad para que esto pudiera hacerse realidad es Proyecto Sur, por el peso que ha ido ganando la figura de Pino y muchas de sus propuestas de fondo. Valoramos en gran medida que hasta el momento Pino y su espacio no hayan cedido a los cantos de sirena que les vienen prodigando desde distintos sectores de la vieja política, tendientes a que reediten experiencias fracasadas del pasado. Sin embargo, les reprochamos que hasta ahora no hayan hecho una convocatoria amplia a todas las fuerzas políticas y sociales de la izquierda, no solamente para construir una fuerte alternativa electoral que se vaya transformando en una opción de poder, sino para encabezar las luchas cotidianas e impulsar la movilización como único camino para lograr los cambios de fondo que todos reclamamos. De no mediar un cambio por parte de las distintas fuerzas que componen este espacio se puede perder una oportunidad histórica y las expectativas que Pino ha despertado en sectores de la sociedad pueden dar paso a la decepción.

Otro de los actores políticos que podrían jugar un rol muy importante en la construcción de una alternativa como la que se necesita es la izquierda, si puede desprenderse del sectarismo y el acostumbramiento a la marginalidad que padecen gran parte de sus organizaciones. Hasta el momento, y en el corto y mediano plazo, esto parece bastante difícil que se produzca. Actitudes como las que acaban de tener distintas corrientes en relación a la elección en CTERA muestran lo lejos que están de entender las necesidades del momento.

Por nuestra parte, reiteramos el llamado a los compañeros de Proyecto Sur a construir en común una alternativa amplia y unitaria, en base a un programa de ruptura con el imperialismo y los grandes grupos económicos que dé salida a los problemas más sentidos de nuestro pueblo. Para nosotros no existe ningún problema de candidaturas que consideremos un obstáculo. También llamamos al conjunto de la izquierda a reflexionar, a dejar atrás el sectarismo y la autoproclamación, poniendo por delante lo que nos une -que no es poco- mientras aprendemos todos a trabajar las diferencias. Nos dirigimos especialmente a los compañeros que están protagonizando las luchas actuales, muchos de los cuales enfrentan al gobierno y la patronal, y también a la burocracia sindical de sus gremios, a los viejos punteros en los barrios, a la cúpula de la Iglesia y otras instituciones reaccionarias. Los llamamos a que todos juntos hagamos realidad la unidad que necesitamos y que todos los días tantos trabajadores y jóvenes nos reclaman.


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